Huelga de hambre masiva inminente por las cárceles de Reino Unido

Decenas de presos y presas políticas en distintas cárceles del Gran Bretaña han anunciado su intención de iniciar una huelga de hambre colectiva a partir del 2 de noviembre, una fecha elegida con plena conciencia histórica: el aniversario de la Declaración Balfour de 1917, en la que el gobierno británico expresó su apoyo oficial al proyecto sionista de colonización de Palestina.

La acción está coordinada por el colectivo Prisoners for Palestine, con el respaldo de la organización CAGE International, y podría convertirse en la mayor huelga de hambre organizada en las prisiones británicas desde 1981, cuando diez prisioneros republicanos irlandeses fueron martirizados tras 66 días de huelga en las cárceles del norte de Irlanda ocupado.

Los presos denuncian que el Estado británico criminaliza la solidaridad con Palestina y protege los intereses de las empresas armamentísticas que abastecen al régimen israelí. Desde hace meses sufren represalias, aislamiento, censura y agresiones por su militancia anticolonial y su compromiso con la resistencia palestina.

“Estamos presos por intentar detener un genocidio”

Entre las personas encarceladas se encuentran Audrey Corno y Francesca Nadin, ambas detenidas por acciones directas contra las instalaciones de Elbit Systems, la principal empresa de armas israelí. El 20 de octubre, ambas entregaron una carta al Ministerio del Interior británico en nombre de las 33 personas encarceladas por intentar detener el genocidio en Gaza.

En esa carta, los presos formulan cinco demandas claras y urgentes:

  1. Fin inmediato de toda censura y restricción a su correspondencia y comunicaciones.

  2. Libertad bajo fianza inmediata e incondicional.

  3. Derecho efectivo a un juicio justo y transparente.

  4. Retirada del movimiento PalAction de la lista británica de organizaciones “terroristas”.

  5. Cierre definitivo de todas las instalaciones de Elbit Systems en el Reino Unido.

Hemos agotado todas las demás opciones”, afirmaron los portavoces del colectivo, que subrayan que sus detenciones responden exclusivamente a motivos políticos. En muchos casos, no se han presentado cargos formales y las personas permanecen recluidas bajo la Ley Antiterrorista, una herramienta de represión cada vez más utilizada contra activistas y defensores de los derechos humanos.

Algunos presos llevan más de un año detenidos sin juicio, en condiciones degradantes y con graves restricciones a las visitas familiares, a la práctica religiosa y a la comunicación con el exterior.

De las fábricas de armas a las celdas británicas

Las acciones de sabotaje y bloqueo contra Elbit Systems —empresa israelí que fabrica drones y armas utilizadas en los ataques a Gaza— se han convertido en un símbolo del movimiento de solidaridad directa con Palestina. Desde 2020, PalAction ha protagonizado numerosas ocupaciones de fábricas y centros de distribución vinculados al complejo militar sionista.

Ante la presión popular, el Estado británico respondió con una ola de detenciones, registros domiciliarios y procesos judiciales que criminalizan a quienes se atreven a denunciar públicamente la complicidad del Reino Unido con los crímenes de guerra en Palestina.

Las cárceles se han convertido así en un nuevo frente de lucha, donde la resistencia continúa bajo otras formas. “Lo que comenzó como una campaña para detener la producción de armas para el genocidio en Gaza se ha transformado en una lucha por la libertad dentro de las prisiones”, explicó una de las abogadas del colectivo.

“Desde Guantánamo hasta Gaza: la misma maquinaria represiva”

El Dr. Asim Qureshi, director de investigaciones de CAGE International, calificó la huelga como “un paso histórico y una denuncia directa de la violencia institucional del sistema penitenciario británico”.

“Desde Guantánamo hasta Gaza”, afirmó Qureshi, “la infraestructura de leyes autoritarias creada para encarcelar, silenciar y castigar a quienes se oponen a las guerras y al genocidio debe ser desmantelada. Los presos son el corazón de nuestro movimiento por la justicia. Debemos honrar sus sacrificios y desafiar las injusticias que enfrentan”.

Las denuncias de maltrato sistemático incluyen agresiones físicas, aislamiento prolongado, confiscación de correspondencia y material de lectura, negación de atención médica y restricción del acceso al Corán. Ante el fracaso de sus apelaciones y la indiferencia institucional, las y los presos han decidido recurrir al último instrumento de resistencia que les queda: sus propios cuerpos.

La continuidad de una larga tradición de resistencia

Esta nueva huelga se enmarca en una tradición de lucha que une las celdas británicas con las palestinas. A principios de 2025, la activista Teuta “T” Hoxha, una de las Filton 24, realizó una huelga de hambre de 28 días que logró exponer públicamente la represión interna y forzar la restitución de derechos básicos dentro de la prisión de Peterborough.

Su acción provocó una ola de solidaridad internacional: presos políticos en Estados Unidos, como Casey Goonan y Malik Muhammad, se sumaron en huelga de hambre solidaria, denunciando la persecución global contra quienes apoyan a Palestina.

“Sabemos que no se trata solo de recuperar un trabajo o un privilegio dentro de prisión”, declaró Hoxha entonces, “sino de afirmar nuestra dignidad y rechazar el silencio que el Estado intenta imponernos”.

Su victoria parcial inspiró a decenas de compañeras y compañeros a planificar una acción colectiva más amplia, capaz de romper el aislamiento y visibilizar el vínculo entre represión interna y colonialismo global.

La prisión como territorio de lucha

El movimiento palestino ha hecho del encarcelamiento un espacio de resistencia. A lo largo de la ocupación sionista, miles de presos palestinos han recurrido a huelgas de hambre colectivas, uniendo sus cuerpos en una lucha común contra la deshumanización.
De la misma forma, los presos irlandeses de 1981, los militantes sudafricanos del apartheid o los prisioneros de Guantánamo han demostrado que el cuerpo del prisionero puede convertirse en un arma política cuando todos los demás medios de acción han sido arrebatados.

En palabras del líder palestino Ahmad Sa’adat, secretario general del Frente Popular para la Liberación de Palestina:

“De Ansar a Attica, de Lannemezan a Nafha, la prisión no es solo un lugar de encierro, sino un campo de batalla donde el oprimido se enfrenta al opresor.”

La huelga de hambre de los presos por Palestina en Reino Unido se inscribe en esa misma tradición de dignidad. Es una afirmación de vida y de humanidad frente a la deshumanización colonial y carcelaria.

Una llamada urgente a la solidaridad internacional

Las organizaciones Prisoners for Palestine y CAGE International han dado al gobierno británico hasta el 24 de octubre para responder a sus demandas. Si no lo hace, el 2 de noviembre comenzará la huelga.

Desde Samidoun Red de Solidaridad con los Presos Palestinos hacemos un llamado a todas las organizaciones, movimientos y personas solidarias a amplificar la voz de quienes hoy resisten tras los muros de las cárceles británicas, a presionar a las autoridades y a denunciar la criminalización de la solidaridad con Palestina.

“Después de que nos vayamos, ¿qué diréis que hicisteis? ¿Estuvisteis con nosotros en nuestra lucha o conformasteis el mismo sistema que nos llevó a la muerte?”, escribió el mártir irlandés Patsy O’Haradurante su huelga en 1981.

Hoy, esas palabras resuenan con fuerza desde las prisiones del Reino Unido hasta las celdas de la ocupación en Palestina.
Los presos y presas por Palestina nos interpelan a todos: su resistencia es un espejo de nuestra responsabilidad colectiva.

Fuente: samidoun

El infierno es un lugar muy pequeño

La idea del infierno nace con las primeras civilizaciones como aquel lugar para el castigo ubicado en el inframundo. Un lugar que, aunque hay ido cambiando por la influencia de diferentes culturas y religiones, siempre ha sido representado como un espacio de tormento y sufrimiento eternos. En la actualidad, comparar algo con el infierno es evocar algo doloroso, penoso, angustiante, y torturante. Si pensamos en el mundo carcelario, el averno, serían las situaciones de aislamiento penitenciario.

“El infierno es un lugar muy pequeño”, de hecho, es un libro1 que recopila los testimonios de hombres y mujeres que están o estuvieron presos en régimen de aislamiento en las prisiones de Estados Unidos (el país que más personas encarceladas tiene en el mundo). Los textos que se recogen describen los efectos devastadores que el confinamiento solitario provoca en sus mentes y cuerpos. Sin embargo, también describe la solidaridad expresada entre individualidades que viven unas al lado de las otras durante años sin encontrarse nunca cara a cara. En esta situación límite siempre están presentes los espectros de la locura, el suicidio, y la lucha por mantener la esperanza y la humanidad frente a la soledad forzada y la privación paralizantes. Los relatos recogidos se complementan con las voces de otras personas que desde su profesión pueden constatar los devastadores efectos en la salud física, mental y emocional.

Pero no tenemos que irnos muy lejos para encontrar otros testimonios igualmente aterradores en nuestros países. Las narraciones de las experiencias vividas en las secciones de aislamiento en las prisiones por todo el mundo son un potente grito de angustia de hombres y mujeres enterrados en el fondo del pozo. Aislar física y socialmente a las personas (apartarlas de la compañía de otras), reducir cualquier tipo de estimulación sensorial y ambiental (encerradas en lúgubres cubículos con apenas actividades) y arrancarlas el control sobre casi todos los aspectos de la vida cotidiana (no tener autonomía y estar estrechamente vigiladas) son lo que caracteriza este encierro dentro del encierro. Algunas de las experiencias que esta forma de maltrato y tortura generan dicen que:

Es volverse invisible. Mualimm-ak escribe que las personas en aislamiento “se vuelven desesperadas por tener contacto con otro ser humano […] Al perder ese contacto, se pierde el sentido de identidad. Uno se convierte en nada. Eso es lo que quiero decir cuando digo que me volví invisible incluso para mí mismo”.

Es como estar muerto en vida. Jacques Merine lo definía como lo más parecido a estar en una lápida a la que, de tanto en tanto abrían la tapa para comprobar si aún continuabas respirando.

Es volverse loca. Miguelina así lo vivió: “Estás todo el tiempo sola. Sentía angustia, llanto. Me estaba trastornando, como viendo cosas que no había, ya hablaba sola. Estaba como enloqueciendo, porque ya creo que pensaba tonterías, hablaba sola, y nunca había nadie”.

Es animalizarse. Santi relata como en esa situación era inevitable animalizarse, al mismo tiempo que imprescindible para sobrevivir. “Te obligan a renunciar a la humanidad y acabas convirtiendo el odio en pura pulsión”.

Es desear morirte o acabar suicidándote. Javiera así lo contaba: “No tienes donde mirar, todo igual, solo la pared y el muro. Entonces empiezas a pensar, a pensar, a pensar y eso te va deprimiendo. Es algo para lo que una tiene que prepararse psicológicamente. Porque hay personas que le afectan, que no son tan fuertes como otras y les afecta, o sea, salen medio mal o, incluso, … no salen”.

La lacra de los suicidios en las prisiones es otra realidad silenciada. Estar en aislamiento, además, es un factor de riesgo que incrementa la posibilidad de llevarlo a cabo.

Visibilizar estas situaciones es una forma de romper los muros y asomarnos al abismo que supone imaginar el encierro desde el encierro. En tiempos donde estamos cuestionándonos nuestra propia humanidad ante el genocidio en directo del pueblo palestino me arrogo la pregunta: ¿Cómo afecta a nuestra humanidad deshumanizar a otras personas hasta tal punto que les permitimos vivir en condiciones degradantes incluso para cualquier animal, y hacerlo en nombre de nuestra propia seguridad y bienestar?

1 https://solitarywatch.org/new-book-hell-is-a-very-small-place-voices-fro…

Fuente: Desinformemonos

¿Hay alternativas al aislamiento penitenciario?

En los últimos años he estado presentando a lo largo de la geografía de la península ibérica el Informe de la Campaña para la abolición del aislamiento penitenciario. Una de las preguntas que más se repetía durante las presentaciones era si había algún país que hubiera acabado o limitado la práctica de aislar a las personas presas como castigo o por seguridad. Habría que aclarar de entrada que el aislamiento forma parte del origen de las prisiones actuales por lo que acabar con su uso significaría de alguna forma socavar uno de los pilares en los que se sustenta por lo que su abolición iría unida al de la institución que lo mantiene.

Dentro de las distintas maneras en que se aplica el aislamiento penitenciario, una de las prácticas más criticadas por las organizadores de derechos humanos, tanto nacionales como internacionales, es el confinamiento solitario o aislamiento prolongado. Está reprobación se basa en los graves efectos científicamente comprobados en la salud mental, los daños psicológicos irreversibles, un deterioro cognitivo profundo, entre otros daños sociales y físicos, como el riesgo de suicidio. Su uso constituye un trato cruel, inhumano o degradante que constituye tortura en muchas de sus aplicaciones. Tal es el daño que produce que los estándares de derechos humanos lo han definido y limitado. Así, las Reglas Mandela de las Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos consideran que el aislamiento prolongado, que es aquel que se extienda durante un período superior a 15 días consecutivos, debería estar prohibido. De igual manera prohíbe las sanciones de aislamiento para personas con discapacidad física o mental, mujeres embarazadas o con bebés y en niños y niñas.

Para intentar revertir esta situación el Estado de Nueva York aprobó en el 2021 la Ley de Alternativas Humanitarias al Aislamiento Prolongado- Ley HALT, (Humane Alternatives to Long-Term Solitary Confinement Act) tras años de presión popular. Su objetivo es limitar el uso del confinamiento solitario en prisiones y cárceles de ese estado, definir alternativas más humanas o terapéuticas cuando se requieren medidas disciplinarias, y proteger a las personas vulnerables. Define “confinamiento segregado” como cualquier forma de estancia en celda por más de 17 horas al día. Limita el aislamiento prolongado a 15 días consecutivos como máximo. Prohíbe el aislamiento para grupos vulnerables: personas jóvenes (menores de 21 años), personas mayores (mayores de 55 años), embarazadas o en periodo postparto, personas con discapacidades físicas o mentales, personas con enfermedades mentales serias. Obliga a que tras los periodos de aislamiento prolongado se usen unidades rehabilitadoras residenciales (“Residential Rehabilitation Units”, RRUs), que proporcionen terapias, programación educativa o rehabilitadora, actividades fuera de la celda, contacto humano, etc. Estipula revisiones periódicas, supervisión, exigibilidad de justificaciones escritas para mantener a alguien en aislamiento, y transparencia/reporte público sobre cómo se está usando el aislamiento.

La Ley HALT representa un paso significativo porque reconoce los daños del aislamiento prolongado, ofrece un marco legal para reducir su uso, proteger a los grupos más vulnerables, y promover alternativas más humanas. En lugar de usar el aislamiento como medida punitiva principal, fomenta unidades con enfoque terapéutico, programas de rehabilitación, educación, actividades fuera de la celda, lo que puede favorecer la readaptación social, reducir reincidencia, y mejorar las condiciones de vida. Además, instituye mejoras en los procesos disciplinarios: audiencias, justificaciones escritas, supervisión institucional, reportes públicos, etc. Todo esto contribuye a que haya un mayor escrutinio y responsabilidad pública de cómo se aplica el aislamiento.

Este intento de reforma ha ido acompañado de reacciones del “poder carcelario” de los sindicatos de prisiones (como lo define José Navarro Pardo) que alegando la manida seguridad han realizado huelgas ilegales que han provocado ya la muerte de varias personas presas y han abocado a la suspensión de su aplicación. Estas movilizaciones ignoran que ambientes menos centrados en el castigo extremo y más en la rehabilitación pueden reducir tensiones, incidentes violentos derivados del aislamiento prolongado, y mejorar el clima institucional.

En otros países como Canadá, distintos fallos judiciales provocaron la sustitución de la llamada eufemísticamente “segregación administrativa” que se aplicaba por una sistema de Unidades de intervención estructurada (SIU, Structured Intervention Units en inglés) que constan de más supervisión y requisitos mínimos (más horas fuera de celda y protocolos de atención). Las supervisiones de este modelo han destacado que no se cumplen con los requisitos legales y que además, hay una sobrerrepresentación de personas con problemas de salud mental y de pueblos originarios.

En los Países Bajos el sistema penitenciario ha experimentado reformas creativas conocidas como soft isolation que suponen condiciones de aislamiento menos privativas acompañadas de proyectos de reinserción. Todo ello bajo un enfoque individualizado que implica consultar con médicos antes de ordenar aislamiento. Allí no hay una ley única que prohíba el aislamiento, pero sí prácticas y proyectos piloto orientados a reducir el daño reconocido que genera este régimen.

Para ser efectivas estas reformas “reformistas” deberían ir acompañadas de definiciones claras en la norma, prohibiciones explícitas, límites temporales concretos y alternativas reales. A lo que habría de acompañar evaluaciones periódicas de los impactos que tienen las medidas en la salud mental y en la seguridad, junto con planes de formación y supervisión externa, no solo por vía judicial sino también institucional y de la sociedad civil.

¿Dónde poner la energía: en reformar, en reformar para acabar o en acabar con el aislamiento penitenciario? Tú decides.

Campaña para exigir la puesta en libertad condicional de Antonio Arevalillo por enfermedad y patologías graves

Comienza la campaña para exigir la puesta en libertad condicional de
Antonio Arevalillo por enfermedad y patologías graves. 104.4 del RP. Lleva más de 42 años preso y desde hace dos que encuentra en grave peligro su salud, al recibir una paliza en la cárcel de Zuera en 2017 por parte de ocho funcionarios causándole lesiones muy graves en la cara y perforaciones. El abandono sanitario de instituciones penitenciarias de Estremera ha derivado, en un tumor que ha precisado de seis operaciones y la perdida de la totalidad de la nariz.

Del 15 al 18 de septiembre se tratará de enviar el máximo de fax 914007438, mails audiencianacional.centralvigilancia@justicia.es o cartas al juzgado Central de Vigilancia Penitenciara C/ Goya 14,28001 Madrid (España)

Para más información en el canal: https://t.me/AntonioArevalilloSanz

19 de septiembre, presentación del libro «Por qué abolir la cárcel», con Alicia Alonso Merino en Dlibros (Torrelavega)

Por fin confirmamos la fecha de la presentación del libro «Por qué abolir la cárcel» que aplazamos en el mes de mayo para dar voz a Jose Alfredo Miranda y su lucha en el manicomio (psiquiátrico) de Santa Isabel en Palencia durante la que llevo a cabo una huelga de hambre.

¿Por qué abolir las prisiones? Razones no faltan. La cárcel es sinónimo de violencia, una violencia implícita y explícita de un sistema basado en el dolor, la pena y la venganza. Incluso la mejor cárcel resulta sustancialmente inaceptable. El libro que presentamos en su edición en castellano, nos ayuda a poner en el debate público y a cuestionar la existencia de la prisión, el uso del derecho penal y la cultura del castigo como respuesta a problemas sociales creados por el sistema capitalista-racista-heteropatriarcal en el que vivimos.

POR QUÉ ABOLIR LA CÁRCEL

Edicición en castellano de un magnífico libro que recorre los argumentos del movimiento «No prisón» en Italia, para cuestionar la existencia de la cárcel como respuesta al delito y puede servir como inspiración para promover o reforzar similares iniciativas en el Estado Español.

Las razones del Movimiento “No Prison”, de Livio Ferrari y Giuseppe Mosconi, que ha sido traducido por Alicia Alonso y editado por Zambra/Baladre en noviembre de 2021.
Nos parece fundamental que entre dentro del debate público el cuestionamiento de la existencia de la prisión, el uso del derecho penal y la cultura del castigo como respuesta a problemas sociales creados por un sistema capitalista, racista, heteropatriarcal, individualista y altamente competitivo.

El texto va desgranando los argumentos que utiliza el Movimiento “No Prison” en Italia para cuestionar la existencia de la cárcel como respuesta al delito y puede servir como inspiración para promover o reforzar iniciativas similares en el estado español. No faltan razones para abolir las prisiones: la cárcel es sinónimo de violencia y refleja un sistema social basado en el dolor, la pena y la venganza.

La pena de cárcel es un castigo que no reinserta por varias razones bien conocidas:
– porque la mayor parte del presupuesto empleado se utiliza en medidas de seguridad y las tasas de reincidencia son altas debido a su carácter criminógeno.
– porque es discriminatoria, puesto que gran parte de las personas encerradas son pobres o con escasos recursos y oportunidades.
– porque empobrece a una mayoría, ya que cuando las personas salen habrán perdido sus empleos y sus bienes (si los tenían) y en algunos casos hasta sus familias.
– porque enferma, pues las condiciones de encierro provocan dolencias físicas y psíquicas, muchas de ellas irreversibles.
– porque castiga a inocentes, debido a que la condena se extiende a toda la familia y personas allegadas que no han cometido ningún delito.
– porque estigmatiza, dificultando sobremanera la reincorporación de las personas al lugar de procedencia.
– porque no repara a la víctima, pues se basa fundamentalmente en la venganza y no en la reparación del daño o desequilibrio causado.
– porque reproduce la violencia, ya que ésta forma parte inescindible de las instituciones y en concreto de la cárcel, tal como la conocemos.

Se puede objetar que abolir las prisiones sea una utopía. Lo mismo se pensaba de los manicomios y hospitales psiquiátricos, pero en el año 1978 en Italia, se aprobó la “Ley Basaglia” que los abolía.

Como decía Galeano, la utopía nos sirve para caminar. Así los caminos para conseguir la utopía deben comenzar por reducir el uso de la prisión a su mínima expresión para lograr que algún día desaparezca. Podría empezarse por ampliar las concesiones de terceros grados, incrementar las penas alternativas, acabar con la violencia extrema que suponen los primeros grados o el régimen de aislamiento, legalizar y regularizar la producción, distribución, venta y consumo de todas las drogas, incentivar la justicia restaurativa, reducir las condiciones de empobrecimiento con la renta básica de las iguales… y todo ello con más organización, comunidad y apoyo mutuo. ¿Por qué no? Abolir las cárceles y la cultura del castigo es nuestra utopía.

Gentes de Baladre

Se extiende el brote de sarna en la cárcel de Masilla de las Mulas en León

FAMILIARES, AMIGOS Y AMIGAS DE LOS PRESOS DE LA CÁRCEL DE MANSILLA DE LAS MULAS, en León, han denunciado ante nuestro colectivo y otras instancias la existencia de un brote importante de sarna en el interior de la prisión, una situación que lleva ya meses activa y que la dirección de la cárcel oculta y niega.

Desde hace meses ha habido denuncias por la existencia de una plaga de chinches y algunos presos han sufrido serios picores y ronchas en la piel que no fueron debidamente tratadas. Nos consta (las denuncias son anónimas para evitar represalias) que son decenas los presos afectados, situación que ha sido puesta en conocimiento de los servicios médicos de la cárcel y de la dirección, sin que se hayan tomado las medidas básicas de higiene para detener la plaga, como cambio de colchón, de la ropa de cama, toalla, ropa personal. Además, como es habitual cuando hay quejas entre los internos, los presos que se han atrevido a denunciar esta situación han sido castigados. Según ha podido saber nuestro colectivo de fuentes médicas, el brote de sarna está ya muy avanzado en la cárcel de Mansilla.
Hay que decir también, que por cuestiones económicas, los presos que no tienen poder adquisitivo no pueden permitirse que alguien desde el exterior les entregue prendas nuevas y limpias.
Otra situación de riesgo es que en la lavandería se junta la ropa de todos los presos, sin discriminar las prendas de los que están afectados de sarna de los que no, lo que supone una mayor propagación del contagio.

Desde CDHC denunciamos el abandono sanitario que sufren las personas presas en este país. No se trata solo de que las plazas del personal sanitario no se cubran. La atención que reciben l@s pres@s es insuficiente, muchas veces inexistente, inadecuada, vejatoria, como lo demuestra el hecho de estar acompañados en consulta por las fuerzas del orden.

Exigimos a la dirección de la cárcel y al Servicio Territorial de Sanidad de León que todos los afectados sean vistos inmediatamente por especialistas para que les apliquen un tratamiento adecuado a su dolencia, que se adopten todas las medidas necesarias para erradicar esta plaga, antes de que se convierta en un problema de salud pública.

La sarna si no se trata a tiempo y de forma tajante puede provocar secuelas de por vida, y hasta la muerte. La desesperación que sufren estas personas por los insoportables picores junto con el trato humillante por parte de los servicios médicos de la prisión les pueden llevar a situaciones límite de las que serían responsables todos aquellos que no hicieron nada para evitarlas.​

COLECTIVO PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LAS CÁRCELES (CDHC​)

Sobre solidaridad y abolicionismo penitenciario

Inés Molina Agudo

Notas a partir de Quienes no han tenido el «derecho» a la(s) palabra(s) la(s) toman YA, 1976‐1979

Este artículo aborda el caso de Quienes no han tenido el «derecho» a la(s) palabra(s), la(s) toman YA, un boletín anticarcelario editado en solidaridad con la COPEL que publica seis números entre 1975 y 19781. A partir de su trayectoria, propone una reflexión sobre las redes de solidaridad y comunicación establecidas entre el adentro y afuera de las prisiones tras la dictadura franquista, que logran difundir las reivindicaciones de los presos organizados e incidir en la esfera pública dominante.

COPEL son las siglas de la Coordinadora de Presos en Lucha, que entre 1976 y 1979 desplegó una intensa insurrección en las cárceles españolas. Fundada en diciembre de 1976 en la cárcel de Carabanchel como respuesta a un indulto real (Decreto 2940/1975, de 25 de noviembre, de indulto) y una amnistía (Real Decreto‐ley 10/1976, de 30 de julio, sobre amnistía) considerados insuficientes, conformó una red de apoyo mutuo sin precedentes entre los presos de delito común en España. Su programa reivindicativo fue amplio: pedían la amnistía total para todos los reclusos, y no solo para los políticos; libertades políticas y sindicales en las cárceles; la reforma de las leyes penales vigentes; la supresión de la Ley de Peligrosidad Social (1970), heredera franquista de la antigua Ley de Vagos y Maleantes (1933); o la supresión del reglamento de prisiones, que legitimaba los abusos por parte de los funcionarios. En sus vertientes más radicales, y a través de una denuncia de las causas estructurales de la marginación social, la COPEL defendió la abolición definitiva de la institución penitenciaria.

Aparecido en Barcelona, se trata de un periódico desplegable que recurre a las tintas que sobraban al final del día en una imprenta offset simpatizante. Llegó a tener una tirada de 10.000 ejemplares, distribuidos de forma gratuita e informal en fábricas, asociaciones de vecinos, algún ateneo libertario e incluso en las propias cárceles (Entrevista con Miquel Vallés; Entrevista con Iñaki García). Era editado desde el exterior de la prisión por un grupo de expresos y simpatizantes identificado como «Colectivo Margen» (Galván; Colectivo Etcétera), compuesto por trabajadores vinculados a la lucha autónoma y asamblearia. La publicación se encargó de difundir los comunicados, programas y acciones de la COPEL, al tiempo que diseccionaba el tratamiento mediático que entonces recibían los presos comunes, retratados como «delincuentes». Mediante la deconstrucción de los mensajes de la prensa comercial, el boletín impulsó el debate sobre los «presos sociales», poniendo así en jaque la distinción ideológica entre preso político y preso común e identificando las causas estructurales de la delincuencia.

Portada de Quienes n. 1, noviembre 1976. Fundación Anselmo Lorenzo de Estudios Libertarios – CNT

1. Tomar la palabra

A partir de su primer número, aparecido en noviembre de 1976, en la portada de Quienes aparece un mensaje‐manifiesto:

Editamos este boletín un grupo de compañeros que, constatando la pobreza de nuestras vidas en la cárcel y/o en la sociedad, creemos que ambas son INTOLERABLES. Quisiéramos que este espacio que abrimos sirviera para que tomaran la palabra todos los que hasta hoy nunca han tenido «derecho» a ella.

Detalle de la portada de Quienes n. 2, enero 1977. Fundación Anselmo Lorenzo de Estudios Libertarios – CNT

Se trata de una declaración que amplía el título del propio boletín, y que apela a la acción directa comunicativa, al desvelamiento de la experiencia «real» de los marginados, desposeídos de la palabra, entre los que se encuentran los presos. Esta palabra es entendida de forma antagónica y combativa: Quienes se propone ser un catalizador de «verdades», penetrando en el entramado ideológico apuntalado por los mass media, criminalizador de la desigualdad, para ofrecer una mirada alternativa
sobre los marginados por la sociedad a través de su propia experiencia. Esto nos remite directamente
al trabajo desarrollado por el Group d’Information sur les Prisons, fundado en 1971 por Michel Foucault, Jean Marie Domenach y Pierre Vidal‐Naquet en Francia, que se propone denunciar las pésimas condiciones de vida en su interior, la mera existencia de estas instituciones, a partir de la recopilación de testimonios directos de los propios presos (Foucault et al.; Galván).

En Quienes se practica así una toma de la palabra anónima y colectiva, que sitúa en el centro
la experiencia y reivindicaciones de los reclusos, y que posiciona a los editores, desde el exterior, como meros canales de transmisión. En ese sentido, la publicación convierte estos testimonios en una herramienta política, que legitima una crítica frontal a la sociedad carcelaria.

2. La COPEL como red de solidaridad

Más que una organización al uso, la COPEL era, de hecho, una red solidaria. La función de estos boletines autoeditados en la articulación de estas redes es absolutamente central, pues hicieron posible la propagación de los motines en las cárceles y su difusión en la esfera pública tras la dictadura. En ellos se denuncian las torturas a las que eran sometidos los presos, se difunden los programas reivindicativos de la COPEL y se alienta a la revuelta en el interior de las prisiones.

La COPEL buscó tender puentes con el exterior de las prisiones desde el principio. Tal y como señala en el comunicado que acompañó a su fundación, redactado en la cárcel de Carabanchel en enero de 1977, la coordinadora nace a rebufo de una iniciativa anterior, surgida en el exterior, que fue la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos (AFAPE), creada en septiembre de 1976. Esta organización, integrada
principalmente por familiares y abogados de presos, había logrado suspender los castigos de aquellos que permanecían en celdas de aislamiento por participar en el primer motín de agosto de 1976, a través de la elaboración de informes públicos sobre las condiciones de vida en la prisión y la adopción de distintas acciones legales (Lorenzo Rubio, 143‐5), lo que la convertirá en uno de los apoyos fundamentales de la COPEL desde el exterior.

En distintos lugares (contraportada del número 0, de noviembre de 1976; portada del número 3, marzo‐abril de 1977), Quienes reproduce el final de este primer comunicado, donde los presos en lucha lanzaban un mensaje a la sociedad:

¿Podremos contar con algún medio de difusión por vuestra parte? ¿Podremos contar con alguna forma de multicopiar comunicados, escritos, etc.? ¿Podremos contar con algún abogado para que nos atienda con frecuencia regular, previo pago de sus honorarios? En suma: ¿PODEMOS CONTAR CON VOSOTROS?

Con la reproducción de este mensaje, la publicación se presenta a sí misma como uno de estos altavoces.
Cuando la COPEL comience a expandirse, a partir de marzo de 1977, será cuando el boletín adopte la tarea más sistemática de difundir sus comunicados y acciones, mediante el intercambio de información con sus integrantes en el interior, pero especialmente a través de los abogados que entrevistaban a los presos. Este último era el canal más efectivo, dado que el reglamento penitenciario amparaba la privacidad de estos encuentros.

“Dos nuevas revistas”, en Quienes n. 4, junio‐julio 1977. Fundación Anselmo Lorenzo de Estudios Libertarios – CNT

Además, los editores de Quienes se entrevistaban también con presos que habían finalizado su condena y salían de la cárcel con información actualizada. Dos de los editores del boletín vivían en La Mina, uno de los barrios obreros más pobres de Barcelona, en el que muchos jóvenes acababan abocados a la delincuencia y, posteriormente, a la prisión: de este modo, conocían de primera mano a algunos de los reclusos, lo que les permitió entrevistar, por ejemplo, a varios de los vecinos que integraban el círculo
social de Rafael Sánchez Milla «El Habichuela», cuyo asesinato el 20 de octubre de 1975 a manos de los funcionarios alentó uno de los motines más feroces en La Modelo.

Al mismo tiempo, Quienes nunca quiso ser un diario al uso, marcado por una periodicidad e inmediatez estrictas, sino más bien una herramienta de difusión y pedagogía que diera a conocer las luchas al interior de las prisiones y extendiera la sensibilidad anticarcelaria. Si bien había cierta urgencia por comunicar la actualidad de las revueltas, se trataba de recoger la información suficiente para poder ofrecer un panorama amplio y contrastado sobre esta realidad.

Los editores, que vivían en Barcelona y alrededores, trataban de reunirse semanalmente para poner en común las noticias que lograban recopilar. En cuanto a la distribución del boletín, el colectivo volvía a hacer uso de estas redes de afinidad. Siempre era distribuido de forma gratuita, financiándose con el dinero de los editores y alguna recaudación solidaria. La propia factura del periódico respondía precisamente a esta precariedad material, mediante las mencionadas tintas sobrantes y el plegado de una sola hoja de 64 x 44 centímetros que ocupaba con contenidos en ambas caras.

Este se distribuía en fábricas y asociaciones de vecinos, pero también entre amigos y conocidos. Además, se enviaban ejemplares a distintos puntos de la península —Madrid, Sevilla, Bilbao— mediante mensajeros o transportistas, en un intento cauteloso por prescindir del correo postal. Asimismo, sus editores siempre trataban de hacer llegar algún número a las cárceles a través, una vez más, de los abogados, pues el boletín se recibía siempre con gran entusiasmo en el interior y, gracias a su labor de síntesis y recopilación, contribuía a la organización de los presos.

La colaboración con otrosgrupos solidarizados con la COPEL fue fundamental para la elaboración y distribución del boletín. Los editores se relacionaban con Comités de Apoyo localizados en distintas partes del Estado, como revela el propio testimonio de José María Botana en el documental COPEL: una historia de rebeldía y dignidad (2017). Estos vínculos permitieron alumbrar aportaciones fundamentales, como son las cronologías de motines desde julio de 1976 a febrero de 1978 a nivel estatal. Las comunicaciones se hacían por correo o por teléfono, pero también a través de gente que iba y venía: en el grupo editor, de hecho, participaba un compañero que vivía en el barrio madrileño de Carabanchel, y que facilitaba información de primera mano sobre las revueltas que acontecían en la cárcel. Estos intercambios también se daban al nivel de los textos, comunicados y el material gráfico que manejaban las distintas publicaciones anticarcelarias, como son las ilustraciones, también carentes de autoría.

Quienes se hacía eco de estas otras publicaciones, promocionándolas en sus propias páginas. Si bien el boletín presentaba las posturas más combativas al respecto de la institución carcelaria, articulando discursos abolicionistas, publicaciones como Solidaridad con los presos o Mano Solidaria, ambas aparecidas en abril de 1977, aparecen anunciadas en sus páginas, permitiéndonos apreciar el alcance de estas redes.

Sus contenidos permean asimismo en publicaciones de distribución comercial, que ceden su espacio a la actualidad carcelaria, como es el caso de la revista anarquista BICICLETA. Tras incluir desde sus inicios noticias procedentes de las cárceles, inaugura una sección específica llamada «Sin Barrotes» a partir de su quinto número (abril 1978) donde aloja los comunicados de denuncia sobre el trato recibido en las prisiones. Esto se inscribe en la amplia recepción que, sin duda, la COPEL tuvo dentro del mundo libertario, donde eclosionaron multitud de boletines y revistas en apoyo a los presos, como Libertarios y represión democrática o Presos a la calle, publicadas en 1978. Finalmente, es en estos lugares de radicalidad anarquista donde se consolida una mirada transversal hacia la lucha anticarcelaria, que casaría con uno de los objetivos de la COPEL: inscribirse en la lucha de los movimientos populares por la libertad en un sentido amplio y radical.

3. Una contraesfera pública

El colectivo editor de Quienes esgrime una visión crítica hacia los medios de comunicación, a los que consideran un instrumento «que el sistema utiliza para el manejo del fenómeno delictivo» (Colectivo Margen, 21). En sus «coordenadas burguesas», los mass media son seña‐lados como los canales por los que las élites transmiten su ideología a las clases dominadas. Es así como la prensa de sucesos refuerza la marginación de ciertos sectores sociales, al tiempo que legitima la hegemonía de las clases dominantes, apuntalada por el discurso del «orden público». Y enumeran algunas de las estrategias que los medios generalistas utilizarían para este cometido, como serían la presentación moralizadora y simplista de los hechos, polarizada en ciudadanos «buenos» frente a «malos»; el empleo de una visión parcial y simplista de lo ocurrido, fortaleciendo este maniqueísmo discursivo; y, por supuesto, el borrado de las causas estructurales de la delincuencia.

Se trataba de poner en evidencia el sesgo de clase subyacente a los medios, abordando sucesos más o menos mediáticos, como el caso de José Luis Cervetó, conocido como «El asesino de Pedralbes», que había matado a sus empleadores, un matrimonio rico residente en el ostentoso barrio barcelonés de Pedralbes. Cervetó ocupó la porta‐da del número 0 (noviembre de 1976), incluyendo la noticia de un diario en el que se presenta la sentencia —dos penas de muerte por dos delitos de robo por homicidio, que después serán conmuta‐dos por 30 años de cárcel tras la abolición de la pena capital en España (1978)—, la declaración de Cervetó ante el tribunal, y un análisis, carente de firma, sobre el caso. Allí se señala que Luis Cervetó «fue marginado de la sociedad al año y medio de haber nacido, y desde entonces su situación fue la misma», lo que convierte su caso en un punto de partida para profundizar en el fenómeno de la marginación social, ofreciendo distintas explicaciones: el móvil del robo, al que le fuerza la sociedad capitalista; el de la locura, que es codificada por el poder; o el de la ética, que lo excluye del sistema de valores burgués (Anónimo, s.n.).

Quienes ofrecía un espacio contrainformativo que, en primer lugar, desvelaba los trampantojos mediáticos, para proponer puntos de fuga impugnadores, que ponían en jaque la moral dominante, el sistema jurídico y la propia noción hegemónica de «libertad». Es así como la estructura del boletín suele abarcar los siguientes ejes: (1) la presentación de un suceso de actualidad; (2) un examen crítico y/o contrastado del acontecimiento y su tratamiento mediático; (3) la crítica de la justicia, abordando aspectos concretos del Código Civil o la Ley de Peligrosidad Social; (3) la crítica a la cárcel y, en un sentido amplio, la sociedad carcelaria, a través de artículos de opinión redactados por expresos y simpatizantes de la COPEL; por último, (4) el relato de las luchas que acontecían dentro de la prisión, que a partir del número 3 (abril de 1977), al calor del fortalecimiento de la COPEL, irá ganando más espacio en sus páginas.

4. Sobrevidas

La COPEL se extingue hacia 1979, y con ella la miríada de papeles que la habían acompañado. Su final se articuló, fundamentalmente, a través de la reforma penitenciaria diseñada entre 1978 y 1979 por Carlos García Valdés, entonces Director General de Instituciones Penitenciarias, que logró frenar la movilización de los presos a través de la implantación de las progresiones de grado y los permisos de salida, una mayor laxitud a la hora de lograr la libertad condicional, el establecimiento del régimen celular y la presencia continuada de la policía en el interior de la prisión (Lorenzo, 296‐305). Estrategias, todas ellas, que dificultaban la comunicación, la colaboración y, por tanto, la coordinación entre presos2.

Dibujo de Toni Chavero Mejías, en Desde dentro, s.f. https://desdedentro.noblogs.org/imagenes/

Una vez se afianza el proceso transicional y se reacomodan los nuevos límites del tablero político, los editores de Quienes comienzan a vislumbrar el final de su proyecto. No se trató de agotamiento o desencanto, sino del cierre de un capítulo, el de la solidaridad con la COPEL, que se vio relevada por otros proyectos, como son los cuadernillos Etcétera. Correspondencia de la guerra social (1978‐2019), nacidos de los debates colectivos del grupo, en un intento por «profundizar en el conocimiento de nuestra realidad social» (Colectivo Etcétera, 5). Nunca abandonaron la cuestión carcelaria, pero comenzaron a abordar cuestiones más amplias que permitían analizar la reestructuración económica, política y social del Estado español tras la dictadura.

Junto a Quienes se extinguieron gran número de publicaciones anticarcelarias, así como los rastros de la lucha de los presos en los medios. Todavía a principios de los 80 encontramos alguna publicación que recoge el testigo de Quienes —si bien no gozan de su tirada ni distribución—, como es el caso de Talego (1981) o Secuestrados. La voss de la carssel (1982), ambas conservadas en el Ateneo Enciclopédico Popular de Barcelona, donde todavía aparecen menciones a la COPEL, y que vuelven a enlazar con la práctica testimonial a través de comunicados enviados desde la prisión, denunciando la tortura, el pésimo estado de la comida o los altos precios del economato. De algún modo, la experiencia de Quienes ensayó y consolidó estas prácticas comunicativas de solidaridad, convirtiéndolas en un punto de referencia.

Por último, quiero evocar algunas de las experiencias que continúan esta forma de hacer, en un intento por subrayar las tortuosas condiciones de vida que siguen marcando el encierro penitenciario hoy. Son proyectos que retoman la centralidad del testimonio de las personas reclusas, a modo de estrategia de contestación y solidaridad. Es el caso del fanzine Desde dentro. La voz de lxs presxs, editado en Castellón por el colectivo anticarcelario «Fuera del Orden» desde 2017, donde volvemos a encontrar comunicados enviados por presos que han sido víctimas de abusos, han iniciado huelgas de hambre o se han infligido autolesiones en señal de protesta. En este caso, volvemos a toparnos con la experiencia de reclusión compartida por parte de algunos miembros del colectivo editor, y además se denuncian los distintos tipos de centros penitenciarios existentes en la actualidad, como son los centros de menores y los CIES. Asimismo, el grupo también expone en su presentación su lucha contra la manipulación informativa a la hora de mostrar la realidad de las cárceles (Fuera del Orden. Colectivo anticarcelario).

Otros proyectos, como el Tokata. Boletín de difusión, debate y lucha social, inciden especialmente en la necesidad de lograr la colaboración con el exterior de las prisiones: mediante un llamado a la colaboración, el boletín busca poder llegar al interior de las prisiones, ejerciendo de cauce para las palabras de los presos. Ambos medios han colaborado difundiendo las reivindicaciones de los presos organizados en la actualidad, como es el caso de una huelga de hambre rotativa, sostenida en distintas cárceles desde hace prácticamente una década, que ha logrado despuntar en algunos medios de comunicación establecidos (Almela y Larios). En denuncia por los malos tratos, los presos que participan en es‐ ta huelga solicitan, entre otras cosas, la erradicación de las torturas, la abolición del régimen FIES (Ficheros de Internos de Especial Seguimiento, que implican una estrecha vigilancia y aislamiento para aquellos presos considerados «conflictivos»), la criminalización de la protesta y la solidaridad y la indefensión jurídica.

En todas estas prácticas se imprime el testimonio carcelario como herramienta de articulación de la lucha, tanto en el interior como en el exterior de las cárceles. Finalmente, la toma de la palabra del preso, junto a sus compañeros, nos devuelve una realidad sepultada que se desvela, ampliando las grietas del espacio público y mediático.

El aislamiento impuesto por los muros, la vigilancia y el control penitenciarios es legitimado por una mirada enjuiciadora, que justifica este castigo, y que se niega a considerar las causas estructurales de la delincuencia. Y es ahí donde el testimonio carcelario se convierte en índice de protesta y solidaridad, vértice de las reivindicaciones de aquellos que, en su ausencia, logran hacerse escuchar.

Referencias

  • Almela, Vicent, y Larios, Guillermo. «Se reactiva la lucha dentro de los muros». El Salto, 25 de abril de 2018, https://www.elsaltodiario.com/carceles/se-reactiva-la-lucha-dentro-de-los-muros.
  • Anónimo. «Cervetó, dos penas de muerte». Quienes no han tenido el “derecho” a la(s) palabra(s), la(s) toma(n) ya, n.o 1, noviembre de 1976, p. 1.
  • Ateneo Libertario de Getafe. «Con admiración hacia la COPEL». Abejorro, n.o 1, 1978.
  • Colectivo Etcétera. «Introducción». Quienes no han tenido jamás el «derecho» a la palabra, la toman ya, Etcétera, 2015, pp. 1‐3.
  • Colectivo Margen. Sobre la delincuencia. Roselló Impressions, 1977.
  • Entrevista con Iñaki García. Entrevistado por Inés Molina Agudo, grabación, 9 de febrero de 2022.
  • Entrevista con Miquel Vallés. Entrevistado por Inés Molina Agudo, Grabación, 21 de febrero de 2022.
  • Foucault, Michel, et al. «Création d’un group d’information sur les prisons». Esprit, n.o 3, marzo de 1971, pp. 531‐32.
  • Fuera del Orden. Colectivo anticarcelario. Desde dentro. La voz de lxs presxs.
  • Galván, Valentín. «Michel Foucault y las cárceles durante la transición política española». Daímon. Revista Internacional de Filosofía, n.o 48, 2009, pp. 21‐37.
  • Lorenzo Rubio, César. Cárceles en llamas. Virus, Barcelona, 2013.
  • Molina Agudo, Inés. «“Quienes no han tenido jamás el ‘derecho’ a la(s) palabra(s), la(s) toma(n) ya”. Sobre el testimonio de los presos en lucha a través de un boletín autoeditado en Barcelona, 1976‐1978». Kamchatka. Revista de análisis cultural, n.o 21, 2023, pp. 315‐42, https://turia.uv.es/index.php/kamchatka/article/view/24314
  • Rekalde, Anjel. Herrera. Prisión de guerra. Txalaparta, Iruña, 1990.

  1. Una versión extendida de este estudio puede encontrarse en Molina Agudo, Inés. «Quienes no han tenido jamás el ‘derecho’ a la(s) palabra(s), la(s) toma(n) ya. Sobre el testimonio de los presos en lucha a través de un boletín autoeditado en Barcelona, 1976‐1978». Kamchatka. Revista de análisis cultural, n. 21, 2023, pp. 315‐ 42, https://doi.org/10.7203/KAM.21.24314. ↩︎
  2. En este sentido, recomendamos la lectura de las memorias de Anjel Rekalde (1991), preso político destinado en 1982 a la recién inaugurada prisión de Herrera de La Mancha, símbolo de la Reforma Penitenciaria (1979). Allí, Rekalde da cuenta de las continuidades y transformaciones que impone la «nueva cárcel» desde su propia experiencia, así como de la capacidad limitada de los presos para organizarse en el interior. ↩︎

Fuente: Redes libertarias

«Cárcel Castigo». Dando una vuelta por Estremera

Compartimos este escrito de Cherra, un compañero preso en Estremera (Madrid). Se trata de un texto descriptivo con toques de cuento realista, de esta cárcel que, por desgracia, conoce bien. Historia, abandono, comunicaciones familiares, explotación laboral… todo se refleja en este relato.

Junio 2025. Centro Penitenciario Madrid VII

Estremera es un pueblecito de Madrid situado a la perfiferia sureste. ya colindando con la provincia de Cuenca. Su nombre viene del término «Los extremos de los dominios cristianos»; a saber a que Santo inquisidor le debemos la ocurrencia.

En Estremera, a parte de su cementerio, que lo construyó el mismo arquitecto que construyó el Escorial, hay otro cementerio, a unos 10 km del pueblo. Un cementerio de hormigón jaulado con una enorme torre, lleno de personas vivas.

A este cementerio lo llaman Estremera – Madrid VII, la séptima macro-cárcel de Madrid. La capital del mundo con mas talegos. Estremera es la cárcel más alejada, peor comunicada, más masificada y abandonada de la Comunidad de Madrid. 

El pasado 8 de mayo, a duras penas llegué de un permiso. Titubeante, con el estómago encogido, accedí a esa primera sala de la prisión, donde aguardan los familiares para las comunicaciones. Enseguida pude empatizar con ellxs, recordando a mi difunta madre, cuando esta, con su bastoncito en la mano, me venia a visitar a las prisiones: Navalcarnero, Valdemoro, Soto, Herrera… Carabanchel.  Recuerdos al margen, me llamó la atención que en esa primera sala donde aguardan las visitas, la cafetería estuviese desmantelada y que ya no había ni maquinas de refrescos, cafés o golosinas. Y yo me pregunté: «¿Qué culpa tienen las familias? Pues esto, es un reflejo de lo que es la cárcel.

Ya cuando entras en prisión y se van cerrando las puertas, dejas de ser persona y te convierten en una cosa. Lo primero que percibes es la crueldad de sus carceleros. Ni ellxs quieren «trabajar» en Estremera, así que esparcen su tiranía sobre lo poco que queda de tu persona. Pasas más puertas y accedes a los módulos que están masificados y gobernados por los lacayos de tirano, son los presos de confianza. 

Para poder vivir solo, tienes que realizar plantes y protestas y acabar en aislamiento. O ponerte en huelga de hambre, como hice el pasado 23 de abril. Cuando pasas por «Junta» para permisos o grado. no te ve ningún «`profesional». 

Cuando paseas por el patio se respira un fétido olor que viene de la cocina, es el piri, la comida. 

Cuando ya caminas entre las sombras puedes acceder a su UTE. El recibimiento es denigrante, donde te cachean los propios internos que se llaman a si mismos representantes. Te confiscan la medicación como si fueran sanitarios, y te leen la correspondencia. Batí record, ni un solo día duré, denunciandolo a todos los estamentos y al defensor del pueblo, el cual mandó una recomendación: «Ningun interno puede ejercer de funcionarios o sanitarios».

Cuando estás entre las sombras y encima estás enfermo ningun día te sacan al médico.

Cuando solicité un curro para tener pelillas para salir de permiso, me hicieron firmar un contrato de trabajo de 75 horas mensuales, cuando en realidad se curran más de 130 horas. Además con un horario discontínuo sin descanso ningun día de la semana. Un economato que no disponía ni de la luz, ni de la ventilación adecuadas de una zona de trabajo. Eché la baja. 

Palizas a parte, el mejor sitio de Estremera es su bunker. 

Querídos amigxs, a este paseo por Estremera solo le faltaría hacer real el sabio consejo de doña Ana de Botella, que dijo que «las noches de los presos no deberían contar como tiempo de condena». Este es el fin de las penas privativas de libertad, la venganza legalizada.

Cada vez que oigo la palaba «Estremera» se me revuelven las tripas. 

Fuente: La Corda

II año de la campaña de verano «La cárcel es un infierno»

LA CÁRCEL ES UN INFIERNO…. COMBATAMOS EL CALOR

En pleno verano el calor se vuelve insufrible. Nos sentimos cansadxs, irritadxs, con dolores musculares y de cabeza… con una necesidad incontrolable de tomar agua fría y alimentos que nos refresquen un poco, de encontrar espacios con aire acondicionado, de acudir a playas, piscinas y sumergirnos en agua para dejar de sentir el calor pegado a nuestra piel por un rato. El descanso nocturno tan necesario a veces resulta difícil de lograr. Ventilar, aprovechar para salir a la calle cuando cae el día, buscar formas de repeler a los insectos… son los consejos básicos y lógicos que cada año se repiten. Consejos imposibles de llevar a cabo estando encerradx entre muros de hormigón y con nada de autonomía para decidir nuestros horarios, lo que comemos o donde ir.

En prisión cuando sucede un hecho anómalo como fue la pandemia, las bajadas extremas de temperatura en invierno, las olas de calor del verano, la hostilidad que se vive dentro se multiplica, y se desatan consecuencias muy negativas que ya se mantenían pendientes de un hilo fuera de la hostilidad añadida.

Estamos viviendo una ola de calor en gran parte de Europa. Las compañeras y compañeros que tienen secuestradas en las prisiones se encuentran desesperadas. Ahora en verano se tienen que seguir cumpliendo rigurosos horarios que no van acorde a las temperaturas, como salir al patio al mediodía o tener que encerrarse en la celda hasta el día siguiente a partir de las X de la noche. Por la noche cuando “refresca” un poco, es cuando no hay opción de salir fuera de 4 paredes. Peor es aun para quien está en aislamiento, en 1r grado o pagando una sanción, y que tienen que pasar en la celda más de 20 horas al día.

Hay personas que comentan que la alimentación no está adaptada a cada época del año, y que a veces en pleno verano hay guiso o garbanzos calientes para comer. Otro compañero preso en una cárcel catalana nos cuenta que en la prisión donde se encuentra, la máquina de agua fría embotellada (que obviamente hay que pagar) no funciona, por lo que la única opción es beber agua del grifo a “temperatura ambiente”. Otras nos explican que se duchan continuamente para no asfixiarse, y que se cambian 7 veces al día de camiseta por la sudoración.

En las prisiones no hay mosquiteras en las pequeñas ventanitas de las celdas, que puedan proteger de las picaduras. Desde Huelva nos dicen que no pueden más con los mosquitos, que tienen el cuerpo acribillado.

Recordamos que las cárceles no son espacios climatizados, por lo menos en las partes donde tienen que habitar las personas presas. Las celdas no cuentan con ventilación suficiente, ni con sistema de control de la temperatura. La única opción es disponer de algún ventilador. Recordamos que los ventiladores no forman parte de la infraestructura básica del propio lugar de encierro y que quien lo quiera, tiene que pagarlo como prácticamente todo dentro. Recordamos también que a veces, según las propias normativas de cada centro y lo que allí se consideran “motivos de seguridad” no permiten tener ventiladores, especialmente en módulos de aislamiento. A veces de forma general, a veces para personas concretas cuando pagan una sanción. Esto supone tirarte más de 20 horas al día encerrado en una habitación sin ninguna clase de aparato que alivie un poco el calor y con limitaciones varias añadidas, que a veces incluso pueden ser no poder tener bolígrafos para escribir, si así lo considera el centro.

La cárcel mata y sus múltiples consecuencias son una cuestión evidente.

Vejaciones, humillaciones, acoso, desprecios, violencia, abusos de poder constante, chantaje… Precariedad y explotación laboral… Desatención médica y falta de profesionales que obliga a que lxs carcelerxs hagan funciones de “enfermerxs”, como pasar revisión entre presxs para valorar quien tiene o no que ir a consulta médica, falta de acompañamiento y tratamientos para patologías graves como epilepsia, cáncer, trastornos de alimentación, salud mental, movilidad reducida y un larguísimo etcétera. Alejamiento de lo que se quiere y de quien se quiere, olvido, sensación constante de agobio, ansiedad, preocupación por el futuro. Indefensión jurídica. Desesperación, depresión, pocas ganas de seguir viviendo en estas condiciones sin saber hasta cuando. Y a todo esto se le suma lo dicho anteriormente, de vez en cuando hechos que amplifican o añaden más dolor al propio día a día: ahora sufrir constantemente un calor inaguantable.

La cárcel mata, a veces muy lentamente, y no mira atrás. La opacidad de sus muros, normativas y vacíos legales permite que las vidas que se lleva consigo o las que sufren y resisten allí dentro se pierdan en el olvido o, incluso, en el eterno anonimato. Es una estructura que solo responde a unos intereses determinados, y radicalmente opuestos a los nuestros. No dejemos que el silencio nos haga cómplices.

Es por eso que por segundo año os animamos a sumaros a esta convocatoria. Llamar a las siguientes prisiones, en días concretos para exigir algo muy básico para la salud y el bienestar de las personas: VENTILADORES, AGUA FRIA Y MOSQUITERAS, para todxs lxs que se encuentran encerradxs, también en aislamiento. Si preferís ocultar vuestro número de teléfono, podéis hacerlo añadiendo al principio del número de la prisión el prefijo “#31#”. Podemos recordar la temperatura a la que nos encontramos, los consejos básicos para soportar el verano y prevenir consecuencias en nuestro cuerpo. Podemos exigir hablar con algún responsable, que conste y se registre nuestra queja. Podemos hacerles ver que nos acordamos de las personas que están presas y de las condiciones en las que tienen que vivir. Para nosotrxs que estamos fuera solo suponen llamadas de teléfono, pero para las personas que están dentro significa que alguien les dedica unos minutos, significa que algo de aire fresco llega a su encierro.

Exigimos ventiladores, agua fría y mosquiteras. También en aislamiento.

Abajo todos los muros.

 

Fuente: La Corda

 

La realidad de las obras de Zuera

Imaginarse que estamos en un cárcel ya produce ansiedad, pero si además no puedes tener aire puro en esos 8×13 metros cuadrados, imagínate el nivel de claustrofobia que eso nos puede producir. La cantidad de humedad que se puede generar sin ventilación.

Las reformas son una lavada de cara, no son beneficiosas para las personas presas, sus condiciones son las mismas incluso peores que las anteriores.

Por no hablar de la cantidad de traslados sin previo aviso que se han producido, los cambios de módulos constantes……

La cárcel enferma