Después de los hechos de Mas d’Enric, nuestro apoyo a las personas presas

El pasado miércoles 13 de marzo nos llegaba la noticia que un preso de Mas d’Enric había asesinado -supuestamente- a la cocinera del mismo centro penitenciario, una trabajadora del exterior contratada por el CIRE, una empresa publica de la Generalitat que hace de paraguas de multitud de empresas privadas, caracterizada por la explotación laboral y la opacidad. Parece que después el hombre se suicidó.

Es un hecho grave y duro, y la persona a quien le han quitado la vida no era una carcelera, sino una mujer que trabajaba como cocinera en la prisión. No queremos quitar importancia a esta muerte, ni minimizar la gravedad de los hechos. Pero no podemos evitar sentir rabia e indignación en ver como, una vez más, se coge un hecho puntual para dar voz a carceleros/as y sus sindicatos, que se frotan las manos viendo la oportunidad de pedir aumentos de sueldo, mas personal, mas armas y vuelven a poner sobre la mesa ser consideradxs como agentes de la autoridad. Esta mafia carcelaria ha estado cortando las entradas a distintas prisiones catalanas, se ha manifestado con pancartas y ha hecho barricadas, entre otras cosas. Los medios de desinformación les dan voz y tienen un discurso en pro de sus demandas y quejas. Se llenan noticias del trágico suceso de Mas d’Enric, de como de insegurxs están lxs carcelerxs y de como de lícitas son sus protestas.

Nos gustaría recordar que solo en el año 2022, murieron en prisiones catalanas por lo menos 39 presos y presas. Empujadxs al suicidio, por sobredosis, por desatención médica, por maltratos de lxs mismxs carcelerxs, por autolesiones… Sea como sea, todas estas muertes son bajo responsabilidad de Instituciones Penitenciarias. Y las personas que trabajan en prisiones también tienen una responsabilidad, de forma directa o de forma indirecta. Les muertes de personas presas dentro de los centros penitenciarios de Catalunya han aumentado un 34% respecto al año anterior. Cada nueve días muere una persona presa. En los últimos 13 años ha habido 579 muertes bajo custodia en las cárceles; el 22% del total fueron clasificadas por el Departamento de Justicia como causa desconocida.

No vemos que carcelerxs y otrxs trabajadorxs de las prisiones levanten la voz en relación a estas muertes, ni que los medios se hagan eco de eso, ni que se pidan mas medidas para intentar evitarlas (mejorar la atención medica, aplicar mas terceros grados y libertad condicional, excarcelación de las personas enfermas, suspensiones de condena por enfermedad mental, derivación a recursos socio sanitarios fuera del sistema penitenciario, eliminación de las contenciones mecánicas…) La poca preocupación por las personas presas por parte de la administración publica es evidente. Estas muertes no importan a casi nadie. No llenan titulares, ni conversaciones de bar, ni debates políticos, ni se piden dimisiones.

Nos gustaría lanzar la pregunta: ¿Qué hubiera pasado si la persona asesinada hubiera sido otra persona presa?

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Abolir el aislamiento penitenciario

Decía Foucault que la soledad [impuesta] es la condición primera de la sumisión total. Por eso no es de extrañar que el aislamiento penitenciario, el confinamiento solitario o como se quieran llamar los regímenes de vida excepcionales en las prisiones de todo el mundo, sean consustanciales a la idea misma de prisión: someter y neutralizar. Lejos o en el papel mojado quedan los derechos de las personas presas o los principios de reinserción, reeducación, rehabilitación que proclaman las constituciones cuando se trata de anular al enemigo interno, el delincuente.

Ya sea utilizado como sanción frente a la indisciplina grave, como medida administrativa de seguridad, protección o por decisión de un juez, las consecuencias del aislamiento en los seres humanos son desastrosas. Así lo reconocía Juan[1] que pasó un año en aislamiento mientras estuvo preventivo: “Es como un infierno, si no estás fuerte te vuelves loco. La gente se suicida, quema el chabolo, se hablan solos… y tú lo escuchas”[2].

La reducción de estímulos a todos los niveles debido a la falta de actividades y contacto humano significativo genera daños en la salud física, mental y social de quienes se aplica. Las investigaciones y estudios hablan que estos van desde el insomnio y la confusión hasta la alucinación y la psicosis[3], riesgo de automutilación y suicidio. Asimismo este régimen se ensaña con aquellas personas que previamente tienen sufrimiento mental, patologías o tóxicodependencias. Como lo confirma Marcos, después de pasar años por un largo confinamiento solitario: “Las personas que moran en estos departamentos, son personas que ya de por si están arrasadas, personas que no tienen ningún control de sí mismas, de sus vidas, personas con una serie de problemáticas, trastornos y patologías mentales que les impiden o incapacitan para vivir en un contexto de cierta normalidad. No digamos ya para resistir o combatir los terribles efectos que produce, el régimen de aislamiento o primer grado, produciéndose una situación de extrema crueldad quedando atrapados y enquistados en ese régimen brutal, que se ceba con ellos y les aplica e inflige con toda contundencia los mismos remedios. Porque la institución es ciega a las personas, y sus circunstancias personales, es una máquina trituradora”.

Además, las condiciones materiales en las que se desarrolla el aislamiento, agravan aún más el sufrimiento. Isabel, presa en primer grado, a su salida testimoniaba como “Los módulos de aislamiento están situados en bajos, las ventanas están enrejadas lo que no permite la luz natural y además a metro y medio de la celda hay un muro, que no te permite ni siquiera ver el cielo. La luz artificial de la celda está en una pared y es una pequeña bombilla dentro de una caja de plástico, esa luz no permite leer ni en la cama ni en la mesa ni siquiera de día”. Condiciones confirmadas por Julián, también sobreviviente del aislamiento: “Duchas atascadas, mucha suciedad, colchones con vómito o rotos… Las ventanas daban para un patio muerto, muy pequeño, tapado con alambre. La única visión del mundo que teníamos era trocitos del cielo azul de la sierra madrileña”.

La opacidad que envuelve a este tipo de régimen de vida carcelaria y las condiciones que suponen puede también dar lugar, como afirma el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura (CPT), a que se infrinjan malos tratos de forma intencionada[4]. Por todo ello, los Principios Básicos para el Tratamiento de las Prisiones de las Naciones Unidas (1990), establecieron que debían emprenderse y fomentarse esfuerzos dirigidos a la abolición del régimen de aislamiento como castigo, o reducir al máximo su uso.

Para informar sobre la regulación legal sobre el aislamiento penitenciario, exponer las graves consecuencias físicas y psicológicas que genera su aplicación, visibilizar los relatos de personas que lo han sufrido y manifestar que la regulación prevista supone un trato cruel e inhumano, una veintena de organizaciones de derechos humanos en el estado español han lanzado una campaña por la Abolición del Aislamiento Penitenciario [5]. Visibilizar es el primer paso para erradicar.

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[1] Los nombres empleados son ficticios para evitar identificaciones y represalias.

[2] Los testimonios aquí recogidos forman parte del Informe de la Campaña por la Abolición del Aislamiento Penitenciario https://aen.es/wp-content/uploads/2023/05/Informe-para-la-campan%CC%83a-…

[3] Declaración de Estambul

[4] CPT/Inf(2011)28-part2 Confinamiento de presos en solitario.

[5] Puedes revisar el informe en el siguiente enlace: https://aen.es/wp-content/uploads/2023/05/Informe-para-la-campan%CC%83a-…

Fuente: Briega

8 MARZO. Contra la represión, la autoridad, el heteropatriarcado y las prisiones

CONTRA LA REPRESIÓN, LA AUTORIDAD, EL HETEROPATRIARCADO Y LAS PRISIONES. POR LA VIDA, EL AMOR, LA LIBERTAD Y LA ANARQUIA.
No queremos ni podemos olvidar a todas aquellas que no pueden estar aquí. Que se encuentran secuestradas por el Estado, apartadas tras los muros, controladas por cámaras de vigilancia, sujetas con contenciones mecánicas, siendo supervivientes de agresiones sexuales, medicadas contra su voluntad, recibiendo maltratos, aisladas de lo que aman.
Porqué la prisión es contraria al feminismo. Porqué no estamos todas, faltan las presas.
Fuente: La Corda

Por qué muere nuestra gente en las cárceles

Porque allí son habituales las torturas y malos tratos. Existe un régimen de castigo que destruye física y mentalmente a sus víctimas. Se traslada arbitrariamente a la gente, desarraigándola de su entorno social y familiar. Se obstaculizan las comunicaciones con la calle, imponiendo despóticamente su intervención o su privación como castigo. El acceso a la cultura casi no existe. Se censuran las publicaciones «por motivos de seguridad». No existe libertad de expresión ni de asociación. La explotación laboral es enorme. Las mujeres presas están doblemente discriminadas, por presas y por mujeres.

La situación sanitaria es catastrófica, porque la administración penitenciaria incumple sistemáticamente su obligación legal de asegurar a las personas presas unas prestaciones médicas, sanitarias y farmacéuticas iguales a las de cualquier ciudadano. Se abandona a los enfermos sin proporcionarles la medicación y los tratamientos que podrían salvarles. Y, sin embargo, no se aplica la legislación que dispone que deben ser liberados los enfermos muy graves y con padecimientos incurables más que cuando ya es inevitable su muerte a corto plazo. Los enfermos psiquiátricos constituyen un porcentaje muy elevado de la población reclusa, sin que se les reconozca su condición ni se les cuide, yendo a parar muchos de ellos, por el contrario, al régimen de castigo, de donde han salido muertos unos cuantos. En las cárceles no existe psiquiatría ni psicoterapia que valga. Y no es que pensemos que la actividad corriente de los «profesionales de la salud mental» sea ninguna panacea, pero siempre será mejor que el aislamiento, las porras de goma, el gas pimienta o las sujeciones mecánicas.

No es extraño que más de la mitad de los puestos de trabajo médico-sanitario permanezcan vacantes: ¿quién va a querer trabajar en condiciones tan indignas? De los que tienen estómago suficiente, muchos médicos suelen hacerse cómplices de las frecuentes torturas al hacer la vista gorda ante las lesiones resultantes. El tráfico de drogas ilegales está consentido, pero, además, se proporciona a los presos todo tipo de drogas legales adictivas sin apenas control médico, para que no molesten. Se suministra metadona sin necesidad y con tal negligencia que ha habido muchas muertes por sobredosis, administradas por los mismos servicios médicos carcelarios. La mortalidad –muchas veces por causas como sobredosis, suicidio o «muerte súbita»– es en las cárceles mucho más elevada que en la calle y abundan los fallecimientos en extrañas y dudosas circunstancias, nunca aclaradas, ya que no se cumplen los trámites prescritos legalmente para ello ni se ofrece a los familiares la oportunidad de exigirlos.

Las personas presas están indefensas frente a todo eso y ante multitud de decisiones de las autoridades carcelarias y judiciales que les perjudican gravemente. Los Servicios de Orientación y Asistencia Jurídica Penitenciaria y la justicia gratuita son insuficientes. Los Juzgados de Vigilancia, encargados de la «tutela judicial efectiva» de los derechos de las personas presas, inoperantes. El poder punitivo del Estado se ejerce sin respetar ninguno de esos derechos que, en teoría, lo justifican.

Somos familiares y gente solidaria con las personas presas. Algunas hemos sufrido la muerte de nuestros hijos, hermanos o compañeros, supuestamente confiados al “cuidado” de las instituciones estatales. Estamos intentando apoyarnos mutuamente, organizarnos y coordinarnos para afrontar, denunciar y, a ser posible, detener esa situación degradante. Nos dirigimos a toda persona o grupo que pueda sentir alguna solidaridad o afinidad con nosotras para pediros vuestro apoyo. Queremos hacer una campaña de “micromecenazgo” (crowdfunding) para hacer frente a nuestros gastos pendientes y poder mirar hacia el futuro con un poco más de tranquilidad. Os agradeceríamos cualquier tipo de colaboración, económica, de difusión, o del tipo que se os ocurra. Esto es un primer contacto. Habrá más, y os avisaremos cuando iniciemos la campaña.

Familias frente a la crueldad carcelaria

Para más información sobre familias contra la crueldad carcelaria visitar el blog:

https://familiasfrentealacrueldadcarcelaria.noblogs.org/

Fuente: Marcha a Topas

Felices fiestas (en la sociedad del encierro y el olvido)

Un año más no nos olvidamos de lxs compañerxs presxs en estas fechas tan señaladas. Es una realidad que ya hemos entrado de pleno en las navidades, y con ellas llegan las demandas normo-sociales de juntarse con las familias, organizar comidas y cenas rebosantes, regalos y gastos irracionales, postales navideñas, turrones y un sinfín de mandatos culturales preestablecidos y dictados por una estructura social que sitúa el capital en el centro y arrastra el dogma y la religión a sus espaldas.

Estos días las calles parecen fotogramas o historias de instagram. Todo repleto de instantes de alegría, fraternidad y opulencia. ¿Qué es de aquellas personas que no encajan en estos modelos? Algunxs nos engañamos e intentamos con éxito encajar dentro de toda esta parafernalia. Otrxs muchxs no podemos ni tan solo hacer este intento de engaño. Salen a la luz las evidentes desigualdades y las costras que dejan las heridas de un mundo lleno de miseria y marginación.

Dentro de toda la peña que sufre las consecuencias de estar fuera del redil es inevitable acordarse de las personas que están secuestradas en manos del Estado. En las cárceles no hay decoración navideña ni villancicos cuando suena la sirena que saca a todo el mundo de su celda. No hay comidas de empresa, ni cenas familiares, ni árbol de navidad lleno de bolitas de colores, ni tió, ni regalos, ni turrón… Tampoco encuentros con aquellas personas que viven lejos, ni niñxs correteando, ni fotografías, ni largas sobremesas… Es jodido ver que el mundo se lo pasa bien en su paripé instagramer navideño mientras te pudres en un agujero. Es un buen momento para entender que efectivamente te han dejado aisladx, fuera de tus iguales.

En la cárcel de Palencia, La Moraleja, lxs presxs de primer grado quieren denunciar la falta de abastecimiento en el economato de postales para poder enviar a sus seres más queridos, y de turrones y otros dulces para poder montarse su propia fiesta marginada. Quizá para lxs que estamos al otro lado de los muros, nos pueden parecer detalles insignificantes, pero cuando estás rodeado de muros y barrotes, lejos de todo y todxs, estos detalles significan mucho, significan prácticamente todo lo que puedes hacer para vivir de alguna forma estos días y tener un detalle con lxs de fuera y con algunxs de dentro para decirles que lxs tienes presentes y desearles un buen año.

Lxs presxs de aislamiento quieren expresar que hicieron una instancia el día 17 de diciembre -día programado por esta cárcel para hacer instancias de este tipo- pidiendo al “recadero” (funcionario de prisiones o preso con privilegios encargado de salir a la calle a comprar lo que el economato no tiene) una serie de cosas para celebrar sus fiestas y denuncian que no se les ha hecho efectiva esta petición. Lxs carcelerxs sostienen que ha sido la directora de esta cárcel quien ha expresado, sin ningún motivo ni justificación, un retraso en la solicitud mediante instancia al día 7 de enero para todxs lxs presxs de primer grado. Lo que supondría no recibir nada de la comanda hasta pasadas las fiestas de navidad.

Por poner otro ejemplo de cual es la situación de algunas personas encarceladas, hace un par de meses publicábamos una serie de cartas escritas desde la prisión de Puig de les Basses, en las que las personas allí encerradas nos acercaban a una realidad nada navideña, muy lejos de sus seres queridos y muy cerca de sus verdugos, donde no se cumplen los sueños pero si las pesadillas. Se trataba de los escalofriantes relatos con nombres y apellidos, que contaban con detalle distintas agresiones racistas sufridas en esa prisión. No son casos aislados en un centro aislado, y esto se explica viendo que las consecuencias de estas denuncias solo han sido el traslado de los funcionarios expedientados por dichas agresiones a otra prisión, esparciendo la enfermedad en lugar de curarla. Encima si das un paso al frente, denuncias y pides respeto y dignidad para tus compañeros, en Navidad el sistema penitenciario no te pone en la lista de los niños buenos, si no que se cierra en banda para proteger a sus esbirros y con cualquier excusa te regalan un billete al módulo de aislamiento.

Queremos alzar la voz y enviar un tierno abrazo libertario a todas las personas que viven en sus carnes el encierro, el aislamiento, el castigo y el olvido por parte de una gran mayoría de la sociedad. Seguimos teniendo presentes a nuestrxs compañerxs presxs y esperamos que con el tiempo todas las personas consigamos hacerlxs más y más presentes en nuestras vidas.

Una forma de hacerlo y a la vez transmitirles algo de calor y cariño, son las marchas y concentraciones que se realizan el ultimo día del año delante de algunas prisiones de Catalunya y del Estado español. En Picassent (Valencia), en Navalcarnero (Madrid), en el CIE de Barcelona, en Wad Ras (Barcelona)….También el 30 de diciembre en el CIE de Aluche (Madrid), o el 13 de enero en Brians (Barcelona). Quizá hay mas convocatorias; estás son de las que tenemos constancia a día de hoy.

Ternura y libertad!

Fuente: La Corda

El feminismo y la justicia restaurativa

Ilustración de Elena Pimukova (iStock)

El feminismo como movimiento político y propuesta de transformación está atravesado de debates, conflictos y nudos problemáticos. Uno de estos encarnecidos debates en las últimas décadas se centra en los límites del Derecho Penal para abordar las violencias específicas que sufren las mujeres por el hecho de serlo. ¿El aumento de penas de prisión y el mayor número de encarcelamientos está resultado efectivo para frenar la violencia contra las mujeres? ¿Cuáles son los riesgos del aumento del castigo penal para la propia causa feminista?

Qué es el punitivismo

La creencia de que el castigo por sí solo puede remediar graves problemas sociales tiene un hondo calado en las actuales sociedades. La violencia y la represión son fundadoras del orden social y de la seguridad ciudadana, que descansa en un brazo represor. Es la concepción del “el hombre es un lobo para el hombre” y el Poder se encarga de ponerle límites. A esta creencia cuasi mística de que la mano dura construye sociedades seguras autores como Jorge Ollero la han llamado “penalismo mágico” , y señalan la falta de evidencias científicas que existe entre el aumento del castigo penal y la disminución de los delitos.

El punitivismo es una tradicional arma electoral en los debates políticos. El populismo punitivo consiste en centrar el debate de manera sensacionalista sobre concretos problemas de seguridad ciudadana y hacer promesas electorales de resolución de estos a través del aumento de penas. Piénsese en el terrorismo, en la ocupación de viviendas o en las violencias sexuales.

El concepto de seguridad ciudadana que utiliza el populismo punitivo es muy estrecho y está ligado a la seguridad pública, la que se ve en las calles, olvidando que la seguridad tiene una dimensión material que tiene que ver con el acceso a la renta, a la vivienda o a la sanidad, entre otras cuestiones. Inseguridad ciudadana también es no llegar a fin de mes.

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Reinserción no, laberinto: reflexiones de un preso con muchos años pagados

CRITERIO DE LEY

Nosotros, la población reclusa, obtenemos los escasos beneficios penitenciarios dependiendo de los criterios objetivos y subjetivos de los equipos de tratamiento de los centros penitenciarios. En España hay un alto porcentaje de internos que cumplimos todos los requisitos objetivos para obtener “beneficios penitenciarios”, desde un trabajo pasando por un permiso ordinario hasta la libertad condicional. No entiendo el porqué, esta gran mayoría cumple sus condenas íntegras o, en el mejor de los casos, solo cuando nos quedan unos pocos meses para acabar de cumplir, nos dan un par de permisos; literalmente, una propina, para que salgamos en libertad con una sonrisa.

La pregunta que nos hacemos muchos internos es ¿para qué sirve el reglamento penitenciario? Pues no hace falta ser muy inteligente para deducir que, por muchos artículos de dicho reglamento que beneficien al reo, el mismo equipo de tratamiento nos los echa para atrás, cuando el mismo reglamento dice que cualquier beneficio penitenciario depende del criterio del mismo equipo. Pero lo peor de todo es que dependemos de unas personas que apenas conocemos y que, por supuesto, apenas vemos, pues sólo nos atienden en una entrevista personal una vez cada seis meses, cuando nos van a revisar el grado y siempre para hacernos las mismas preguntas. Pero la pregunta que nos hacemos nosotros es cómo podemos confiar los internos en un equipo de tratamiento que no tiene ningún tipo de empatía ni apenas trato con nosotros: te llaman una vez cada seis meses, te hacen cuatro preguntas y hasta dentro de otros seis meses. Y, cuando te niegan el permiso a pesar de que cumples todos los requisitos objetivos que requiere el reglamento penitenciario, te argumentan simplemente que no estás preparado para tener una vida en semilibertad por motivos subjetivos. Y como para la mayoría de los jueces de vigilancia penitenciaria pesa más el criterio que el reglamento, pues a cumplir la condena íntegra. Mientras no haya un beneficio que sea decretado por ley, mientras no se obligue a los centros por algún artículo y se derogue el criterio de los equipos, seguiremos en al misma situación.

La excarcelación por enfermedad es otro de los derechos que tenemos los reos que en la mayoría de los casos, más de un 90%, no se cumplen. Un pensamiento de los equipos de tratamiento de los centros penitenciarios es otorgar este beneficio justo cuando a las personas afectadas les quedan pocos días para morirse, siempre saliendo del centro penitecianciario al hospital. Sin dar la mínima opción a que puedan morir en un entorno familiar, en sus propios hogares. Según este pensamiento, la persona gravemente enferma, en lugar de aprovechar para bien esta medida que está en el reglamento penitenciario, la utilizará para delinquir. Esta es la retorcida manera de pensar de un grupo de “profesionales” que se olvidaron su corazón en la entrada de los centros penitenciarios y aún no se han dado cuenta de que entran a trabajar sin él. Pero lo peor de todo, para mí al menos, lo más grave es que estas actuaciones son avaladas tanto por los jueces como por los gobiernos.

AISLAMIENTO

Creo que la finalidad de que un interno acceda a este lugar es para separarte de tus compañeros, cuando demuestras una agresividad que pone en riesgo su integridad. Al menos debería de ser así, y en muchos de los casos no tengo ninguna duda de que es correcto. El problema es el trato que nos dan los carceleros en este departamento. Digo el trato, aunque sería mejor decir el poco o ningún trato, porque, una vez que acabas en el módulo de aislamiento, eres totalmente olvidado por ellos.

Yo, personalmente, han sido muchas las veces que he acabado en este lugar y casi siempre solo me abrían la puerta para darme la comida o la medicación. El timbre para llamar a los carceleros era mejor no pulsarlo, pues, si lo hacías, venían con las porras para recordarte con ellas en la mano que no debías hacerlo. El ninguneo, los malos tratos, vejaciones, insultos y un etcétera inacabable de detalles que podría enumerar sobre cómo se nos trata en este departamento. Y el problema no es sólo esto, sino que los médicos hacen oídos sordos sobre esta cuestión. Estamos totalmente olvidados y, cuando denunciamos sobre estos asuntos, fácilmente nos desacreditan. Es muy fácil desacreditar a un reo ante un juzgado, incluso ante la prensa. Somos delincuentes, estamos acostumbrados a mentir en cualquier situación, a no respetar a nuestros semejantes, por eso digo que a la hora que los carceleros quieran airearse de estas denuncias, con decir cualquier barbaridad sobre nosotros lo tienen todo ganado.

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La sub medicina en las prisiones va de mal en peor

Pocos, mal pagados, escudo de los carceleros con que cumplir las normas represivas más abyectas , y dependiendo siempre en sus decisiones del placet de los superiores jerárquicos (Director y Jefes de Servicio ) de las prisiones donde ejercen lo que podríamos llamar SUBMEDICINA) ,así llevan gestándose las condiciones de trabajo de quienes la practican. Por eso más de la mitad de las plantillas de médicos de las cárceles españolas han abandonado ya el barco. A bordo quedan sin citas externas de sus problemas crónicos, sin otra cosa que pastillas para dormirse o despertar, alternando en los casos menos sumisos las contenciones mecánicas, las palizas y el aislamiento, pensando en el suicidio o llevándole a cabo, o simplemente muriendo lentamente.
¿Que se puede esperar de la privatización, que se implanta ya de forma acelerada y creciente en la Sanidad Penitenciaria como en Caceres, A Lama, Teixeiro, Cuenca, Mallorca ..?.

Si echamos un vistazo a todas y cada una de las «externalizaciones» de servicios públicos , y estando legitimado por los Gobiernos su derecho a sacar rentabilidad económica a sus prestaciones, el dibujo ya está hecho:
Restricciones de todo tipo, precariedad absoluta de sus trabajadores, y baja calidad de la asistencia que presten. SI ERAMOS POCOS, PARIÓ LA ABUELA.
Por eso y por la dignidad de las personas encarceladas planteamos la AUTOGESTIÓN DE LA SALUD , como herramienta de lucha y resistencia.

Fuente: solidarios de la sanidad

 

Los efectos del corporativismo penitenciario, en el punto de mira

Los compas de «Fuera del orden» han traducido del catalá el siguiente texto, escrito por Ester Fayos y publicado en la página de la Directa.

La agresión contra un interno de la prisión de Villena (Alto Vinalopó) por parte de tres funcionarios reabre el debate sobre el corporativismo por parte del funcionariado penitenciario y las dificultades a las que se enfrenta la población reclusa y sus familias para denunciar posibles vulneraciones de derechos. Los obstáculos van desde el miedo hasta las amenazas y la intensificación de las torturas para proteger los intereses, los privilegios y los discursos del funcionariado de prisiones.

El pasado 16 de agosto, la prensa se hizo eco de la presunta agresión de un preso con problemas de salud mental a tres funcionarios de la prisión de Villena (Alto Vinalopó) que, según denunció el sindicato «tu abandono me puede matar», acabaron en el hospital con «diversas lesiones en los ojos, la frente, los pómulos y el antebrazo». Las imágenes grabadas por las cámaras, reveladas unas semanas más tarde, mostraron una secuencia de los hechos completamente diferente: los funcionarios esperaban que el interno saliera de su celda para reducirlo, en menos de un minuto, con una cincuentena de porrazos y puñetazos ininterrumpidos, que continuaron cuando el preso se encontraba ya inmovilizado por los tres agresores, quien incluso le pisaron las piernas y el pecho. Después de dos minutos y medio, llegaron cuatro carceleros más, los golpes cesaron y el interno fue trasladado por el pasillo.

Nada más producirse la agresión y difundirse la versión de los agresores, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias inició una investigación y presentó una denuncia en el juzgado de guardia de Villena. Días más tarde, la subdirectora de la prisión, como responsable de las imágenes que graban los circuitos de seguridad, envió al juzgado el vídeo que desmontaba el relato oficial y, por tanto, obligaba a reconducir el expediente abierto a favor del interno. Entonces, comenzaron a perpetrarse una serie de amenazas contra la subdirectora para evitar su comparecencia. «Te quitaremos la vida por perra» o «Sabemos que tienes las imágenes, bórralas o atente a las consecuencias» fueron algunos de los mensajes que recibió por WhatsApp. Veinticuatro horas antes de declarar, las amenazas se intensificaron. La funcionaria fue atacada en la puerta de su domicilio por cinco o seis encapuchados. «Mañana, calladita», le advirtieron mientras tres de los agresores la sujetaban y otro le propinaba dos golpes fuertes en la cara. Lejos de asustarse, denunció la agresión y, al día siguiente, declaró contra los tres funcionarios de Villena, que han sido expedientados.

Pese a la existencia de pruebas audiovisuales y la gran repercusión mediática del caso, en un comunicado publicado en su perfil de Facebook, el sindicato «tu abandono me puede matar», considera que «el único objetivo» de la supuesta criminalización de los funcionarios es «evitar la movilización de las plantillas para pedir la justa equiparación salarial». Incluso, en las últimas semanas, a través del despacho de abogadas Sánchez Navarro -que también representa al sindicato Jupol de la Policía Nacional española-, han presentado una denuncia ante el juzgado penal y la Agencia Española de Protección de Datos ( AEPD) contra los medios de comunicación que emitieron el vídeo por un presunto delito de revelación de secretos y filtración de imágenes.

Se trata de un caso paradigmático que ha permitido reabrir el debate sobre el modus operandi del funcionariado carcelario a la hora de defender a capa y espada sus intereses, así como la tendencia a negar siempre presuntos episodios de tortura y maltrato en las cárceles. Imágenes tan violentas en el ámbito penitenciario no habían trascendido a la opinión pública hasta el momento. Sin embargo, para los grupos de apoyo a las presas y las organizaciones dedicadas a la defensa de sus derechos, no son un caso aislado. «Existe un régimen de castigo que destruye física y mentalmente a quien lo sufre, y lo que también es muy preocupante son los obstáculos y dificultades para denunciarlo», remachan desde el grupo de apoyo a personas presas Tokata. La Coordinadora estatal para la Prevención y la Denuncia de la Tortura, en catorce años, ha registrado un total de 9.085 víctimas de agresiones, torturas y malos tratos en España. Sin embargo, advierten que sus informes anuales sólo recogen las denuncias que «han llegado a nuestro conocimiento y hemos podido contrastar». Y es que en esta ocasión existían unas imágenes que corroboraban el testimonio del interno, pero, tal y como explica Alejandro Forero, doctor en Derecho Constitucional y Ciencia Política y miembro del Observatori del Sistema Penal i els Drets Humans (OSPDH) de la Universidad de Barcelona, ​​la mayoría de episodios «ni se pueden denunciar ni se conocen».

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La COPEL como fenómeno socio-histórico (1976-1979)

«El movimiento de presos sociales que bajo el rótulo COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha) convulsionó las cárceles del Estado español en pleno proceso de transición, demandando principalmente la amnistía total al considerarse también presos de la dictadura franquista, y por otro lado exigiendo una transformación y depuración del modelo carcelario que seguía operando bajo los sombríos métodos del franquismo donde las condiciones y los tratos infrahumanos eran inherentes al sistema penitenciario, marcó un hito en la historia de la lucha al interior de las prisiones en España, tanto por la radicalidad de su accionar como por la profundidad de sus reivindicaciones y la lucidez de los contenidos que desarrollaron en torno a su luchas y exigencias.

La presente investigación busca comprender, desde una mirada antropológica, un fenómeno socio histórico particular de la historia reciente de España a través de la reconstrucción de relatos de vida, relatos que nos hablan, por una parte, de un capítulo clave de la historia contemporánea: el ocaso del franquismo y la transición política y social tras 40 años de dictadura, y por otra parte, nos hablan y nos permiten adentrarnos sobre un fenómeno en específico que aconteció en aquel momento histórico: la lucha que los presos sociales de la transición llevaron a cabo a través de una orgánica informal que plasmó sus demandas y acciones entre los años 1976 y 1979: la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL)Los tres testimonios que sustentan este trabajo corresponden a ex integrantes de la COPEL.

Tres itinerarios biográficos que se entrecruzan en la vivencia carcelaria del periodo en el cual nos situamos y por sobretodo en la experiencia de una lucha llevada a cabo por presos comunes, sin precedente hasta ese momento en la historia de las movilizaciones de presos en las cárceles del país. Tres memorias vivas que desde la subjetividad de sus relatos nos entregan, no solo datos descriptivos, sino que significados y representaciones en primera persona que, desde una lectura interpretativa y un análisis reflexivo, nos brindan la oportunidad de abordar el fenómeno de la COPEL desde un prisma teórico y metodológico que trasciende lo historiográfico para situarse en el campo antropológico.»

Pablo Bravo González, en el cap.1: «Fundamentos y descripción de la investigación» del trabajo de fin de máster «La COPEL como fenómeno socio-histórico (1976-1979). Una lectura antropólogica a través de relatos de vida»

Para ver o descargar el texto completo del trabajo clica en este texto o en la imagen que ilustra la entrada

Fuente: Tokata