19 de septiembre, presentación del libro «Por qué abolir la cárcel», con Alicia Alonso Merino en Dlibros (Torrelavega)

Por fin confirmamos la fecha de la presentación del libro «Por qué abolir la cárcel» que aplazamos en el mes de mayo para dar voz a Jose Alfredo Miranda y su lucha en el manicomio (psiquiátrico) de Santa Isabel en Palencia durante la que llevo a cabo una huelga de hambre.

¿Por qué abolir las prisiones? Razones no faltan. La cárcel es sinónimo de violencia, una violencia implícita y explícita de un sistema basado en el dolor, la pena y la venganza. Incluso la mejor cárcel resulta sustancialmente inaceptable. El libro que presentamos en su edición en castellano, nos ayuda a poner en el debate público y a cuestionar la existencia de la prisión, el uso del derecho penal y la cultura del castigo como respuesta a problemas sociales creados por el sistema capitalista-racista-heteropatriarcal en el que vivimos.

POR QUÉ ABOLIR LA CÁRCEL

Edicición en castellano de un magnífico libro que recorre los argumentos del movimiento «No prisón» en Italia, para cuestionar la existencia de la cárcel como respuesta al delito y puede servir como inspiración para promover o reforzar similares iniciativas en el Estado Español.

Las razones del Movimiento “No Prison”, de Livio Ferrari y Giuseppe Mosconi, que ha sido traducido por Alicia Alonso y editado por Zambra/Baladre en noviembre de 2021.
Nos parece fundamental que entre dentro del debate público el cuestionamiento de la existencia de la prisión, el uso del derecho penal y la cultura del castigo como respuesta a problemas sociales creados por un sistema capitalista, racista, heteropatriarcal, individualista y altamente competitivo.

El texto va desgranando los argumentos que utiliza el Movimiento “No Prison” en Italia para cuestionar la existencia de la cárcel como respuesta al delito y puede servir como inspiración para promover o reforzar iniciativas similares en el estado español. No faltan razones para abolir las prisiones: la cárcel es sinónimo de violencia y refleja un sistema social basado en el dolor, la pena y la venganza.

La pena de cárcel es un castigo que no reinserta por varias razones bien conocidas:
– porque la mayor parte del presupuesto empleado se utiliza en medidas de seguridad y las tasas de reincidencia son altas debido a su carácter criminógeno.
– porque es discriminatoria, puesto que gran parte de las personas encerradas son pobres o con escasos recursos y oportunidades.
– porque empobrece a una mayoría, ya que cuando las personas salen habrán perdido sus empleos y sus bienes (si los tenían) y en algunos casos hasta sus familias.
– porque enferma, pues las condiciones de encierro provocan dolencias físicas y psíquicas, muchas de ellas irreversibles.
– porque castiga a inocentes, debido a que la condena se extiende a toda la familia y personas allegadas que no han cometido ningún delito.
– porque estigmatiza, dificultando sobremanera la reincorporación de las personas al lugar de procedencia.
– porque no repara a la víctima, pues se basa fundamentalmente en la venganza y no en la reparación del daño o desequilibrio causado.
– porque reproduce la violencia, ya que ésta forma parte inescindible de las instituciones y en concreto de la cárcel, tal como la conocemos.

Se puede objetar que abolir las prisiones sea una utopía. Lo mismo se pensaba de los manicomios y hospitales psiquiátricos, pero en el año 1978 en Italia, se aprobó la “Ley Basaglia” que los abolía.

Como decía Galeano, la utopía nos sirve para caminar. Así los caminos para conseguir la utopía deben comenzar por reducir el uso de la prisión a su mínima expresión para lograr que algún día desaparezca. Podría empezarse por ampliar las concesiones de terceros grados, incrementar las penas alternativas, acabar con la violencia extrema que suponen los primeros grados o el régimen de aislamiento, legalizar y regularizar la producción, distribución, venta y consumo de todas las drogas, incentivar la justicia restaurativa, reducir las condiciones de empobrecimiento con la renta básica de las iguales… y todo ello con más organización, comunidad y apoyo mutuo. ¿Por qué no? Abolir las cárceles y la cultura del castigo es nuestra utopía.

Gentes de Baladre

Presentación de «Feminismo anticarcelario. El cuerpo como resistencia», con Alicia Alonso (autora) y Ángeles Cabria. El 28 de mayo, en La Vorágine

La obra que se presenta es una importante invitación a la lectura y reflexión acerca de la negatividad de la institución penitenciaria que, en el presente caso, se enfoca particularmente en el examen de las afectaciones sobre la condición femenina que semejante institución provoca, desde una mirada histórica, transversal y también actual.

Esta obra tiene que ser leída en muchos ámbitos distintos: sociales, políticos, académicos, periodísticos, divulgativos. Es una obra que inscribe en esa grieta que sabe separar muy bien lo que es una supuesta “cárcel legal” (propia de un universo prescriptivo o del “deber ser”) de la “cárcel real”: la que cotidianamente alberga la pobreza, las enfermedades, las exclusiones del proyecto de explotación y dominio que se nos presenta como expresión del progreso contemporáneo. Quienes quieran adentrarse en ese mundo olvidado y no ser siendo indiferentes, tienen aquí un material imprescindible para una lectura que convoca a la reflexión, pero también a la acción.

Aplazamos la presentación en Dlibros de «Por qué abolir la carcel». En su lugar, «Huelga de hambre, sed y palabras en respuesta a la represión. Conversatorio con Jose Alfredo Miranda y Alicia Alonso»

Lo primero, pediros disculpas a todes por el cambio de planes con tan poco margen de tiempo. Lo segundo agradecer las facilidades y comprensión a Dlibros para conseguir llevar a cabo este cambio.

A quienes estabais con ganas de la presentación del libro «Por qué abolir la cárcel» en breve concretaremos una nueva fecha.

El motivo de este trastoque en los planes se debe a la posibilidad de dar voz a José Alfredo Miranda. Para quienes no lo sepáis, José Alfredo estuvo este comienzo de año en Huelga de hambre y sed durante 7 días, acabada por alimentación forzosa, e incomunicado durante otros 85 días, en el manicomio (psiquiátrico) de Santa Isabel en Palencia.

Hace menos de un mes que puede pedir permisos de salida y se encuentra ahora mismo en Cantabria, por lo que decidimos cederle el espacio para que nos cuente de primera mano su lucha y los abusos que viene denunciando desde hace tiempo.
Desde henas, vemos los manicomios como otro modelo de cárcel y también abogamos por su abolición.
Nuestra compañera Alicia Alonso, hará al comienzo, una introducción sobre las instituciones totales de encierro.

Gracias por la comprensión, esperando veros el jueves 15 a las 19.30h en Dlibros de Torrelavega

Manifiesto XXXVI marcha a Topas

NI AISLAMIENTO, NI DISPERSIÓN, NI PERSONAS ENFERMAS EN PRISIÓN

La cárcel castiga la pobreza y no rehabilita ni consigue la reinserción social. Por ello seguimos reivindicando

1. NO AL ABANDONO SANITARIO

Exigimos una mayor atención sanitaria de especialistas, tanto en el plano mental como el físico, para paliar los efectos de enfermedades que se agravan por la falta de atención y las condiciones de vida. Es humano pedir la excarcelación en los casos más graves de enfermedades incurables para no pasar los últimos días de vida en centros de exterminio.

El número de suicidios se multiplica por 7 respecto de lo que ocurre fuera de los muros. Las emergencias se atienden mal y tarde.

El personal sanitario se convierte en escudo de los carceleros para administrar la contención mecánica y/o química

Como alternativa de acción rápida, fomentamos la autogestión de la salud mediante la solidaridad y el apoyo mutuo entre las personas presas, su entorno y los grupos de apoyo.

2. NO AL TRABAJO ESCLAVO

Conocidas empresas y grandes centros comerciales se lucran de la sobreexplotación que legalmente practican con la población reclusa mediante salarios de miseria (entre doscientos y trescientos euros mensuales, y, en ocasiones, por debajo del euro/hora) y la vulneración de derechos laborales.

No existe un baremo o lista de acceso a los puestos de trabajo, y los despidos son ceses sin precisar motivo justificado. Los productos y servicios que se obtienen del trabajo se destinan a empresas externas (grandes superficies comerciales como el Corte Inglés, Carrefour, o Mercadona) o para la propia Administración carcelaria a través de los oficios en cocinas, economato, etc.

No existen despidos sino ceses que no requieren ser justificados.

La mujer continúa siendo discriminada laboralmente tanto en la modalidad del puesto adjudicado, menos cualificado, como en el salario que recibe.

3. NO AL AISLAMIENTO PENITENCIARIO

La Justicia penal establece como condena solamente la privación de libertad. Sin embargo el sistema penitenciario, imponen la condena en clave de CASTIGO, con constantes extralimitaciones de los responsables carcelarios y el silencio cómplice de los jueces de Vigilancia Penitenciaria.

El Aislamiento Penitenciario, el FIES, el Régimen Especial, los Primeros grados, el Régimen Cerrado… son mecanismos represivos que tratan de contener toda iniciativa de las personas presas por mejorar sus condicion

La cárcel utiliza el método de combinar premios y castigos en función de la sumisión y la docilidad obtenida frente a las actitudes de quienes no se han ido doblegando. Es cierto que el número de personas en primer grado se ha reducido últimamente, pero sólo en la medida que la Administración va consiguiendo sus objetivos de sumisión. La pena formal es la privación de libertad. El aislamiento y la dispersión son castigos extrajudiciales que van más allá de dicha condena y deterioran las relaciones entre la persona presa y su entorno afectivo y familiar.

¡Contra el trabajo esclavo, el abandono sanitario y el aislamiento penitenciario!

¡Ni aislamiento, ni dispersión, ni personas presas en prisión!

Fuente: Tokata

[APLAZADA] Presentación del libro «Por qué abolir la cárcel», con Alicia Alonso Merino en Dlibros (Torrelavega)

¿Por qué abolir las prisiones? Razones no faltan. La cárcel es sinónimo de violencia, una violencia implícita y explícita de un sistema basado en el dolor, la pena y la venganza. Incluso la mejor cárcel resulta sustancialmente inaceptable. El libro que presentamos en su edición en castellano, nos ayuda a poner en el debate público y a cuestionar la existencia de la prisión, el uso del derecho penal y la cultura del castigo como respuesta a problemas sociales creados por el sistema capitalista-racista-heteropatriarcal en el que vivimos.

POR QUÉ ABOLIR LA CÁRCEL

Edición en castellano de un magnífico libro que recorre los argumentos del movimiento «No prisón» en Italia, para cuestionar la existencia de la cárcel como respuesta al delito y puede servir como inspiración para promover o reforzar similares iniciativas en el Estado Español.

Las razones del Movimiento «No Prison», de Livio Ferrari y Giuseppe Mosconi, que ha sido traducido por Alicia Alonso y editado por Zambra/Baladre en noviembre de 2021.
Nos parece fundamental que entre dentro del debate público el cuestionamiento de la existencia de la prisión, el uso del derecho penal y la cultura del castigo como respuesta a problemas sociales creados por un sistema capitalista, racista, heteropatriarcal, individualista y altamente competitivo.

El texto va desgranando los argumentos que utiliza el Movimiento «No Prison» en Italia para cuestionar la existencia de la cárcel como respuesta al delito y puede servir como inspiración para promover o reforzar iniciativas similares en el estado español. No faltan razones para abolir las prisiones: la cárcel es sinónimo de violencia y refleja un sistema social basado en el dolor, la pena y la venganza.

La pena de cárcel es un castigo que no reinserta por varias razones bien conocidas:
– porque la mayor parte del presupuesto empleado se utiliza en medidas de seguridad y las tasas de reincidencia son altas debido a su carácter criminógeno.
– porque es discriminatoria, puesto que gran parte de las personas encerradas son pobres o con escasos recursos y oportunidades.
– porque empobrece a una mayoría, ya que cuando las personas salen habrán perdido sus empleos y sus bienes (si los tenían) y en algunos casos hasta sus familias.
– porque enferma, pues las condiciones de encierro provocan dolencias físicas y psíquicas, muchas de ellas irreversibles.
– porque castiga a inocentes, debido a que la condena se extiende a toda la familia y personas allegadas que no han cometido ningún delito.
– porque estigmatiza, dificultando sobremanera la reincorporación de las personas al lugar de procedencia.
– porque no repara a la víctima, pues se basa fundamentalmente en la venganza y no en la reparación del daño o desequilibrio causado.
– porque reproduce la violencia, ya que ésta forma parte inescindible de las instituciones y en concreto de la cárcel, tal como la conocemos.

Se puede objetar que abolir las prisiones sea una utopía. Lo mismo se pensaba de los manicomios y hospitales psiquiátricos, pero en el año 1978 en Italia, se aprobó la «Ley Basaglia» que los abolía.

Como decía Galeano, la utopía nos sirve para caminar. Así los caminos para conseguir la utopía deben comenzar por reducir el uso de la prisión a su mínima expresión para lograr que algún día desaparezca. Podría empezarse por ampliar las concesiones de terceros grados, incrementar las penas alternativas, acabar con la violencia extrema que suponen los primeros grados o el régimen de aislamiento, legalizar y regularizar la producción, distribución, venta y consumo de todas las drogas, incentivar la justicia restaurativa, reducir las condiciones de empobrecimiento con la renta básica de las iguales… y todo ello con más organización, comunidad y apoyo mutuo. ¿Por qué no? Abolir las cárceles y la cultura del castigo es nuestra utopía.

Gentes de Baladre

¿Y si cerramos las cárceles? XXII Marcha contra la Macrocárcel de Zuera

30 de marzo de 2025

Comunicado XXII Marcha contra la Macrocárcel de Zuera

¿Y SI CERRAMOS LAS CÁRCELES?

Una buena pregunta para plantear a la sociedad sería cuestionar la realidad del encierro ¿Y si no existiera la cárcel tal y como la conocemos? ¿Y los centros de menores? ¿Y los de internamiento de personas extranjeras?

Hay todo un imaginario popular que presenta a las personas presas como seres horrendos, asociales, malas por naturaleza. Más aún con la irrupción de un autoritarismo de derechas que ha permeado en parte de la sociedad.

Ahora bien, la cruda realidad es que el sistema penitenciario lleva mucho tiempo matando moscas a cañonazos. Aplicando penas muy severas para problemas que en realidad son sociales y que llevan aparejadas desde la aparición del sistema de macrocárceles, sufrimiento añadido por problemas que persisten: hacinamiento, falta de recursos, desatención médica, padecimiento físico y, sobre todo, mental.

Porque, aunque las macrocárceles o los centros de menores han cambiado ligeramente el modelo, las que hace décadas llevaban a la gente a prisión siguen siendo las mismas que las lleva ahora. A saber: pobreza, exclusión social, adicciones, patologías mentales… Cuando no es la disidencia del sistema. No hay más que conocer casos como el de los 6 de Zaragoza para comprobar que la cárcel también sigue siendo un método para frenar a lxs disidentes de todo tipo. En palabras de Pastora González: la cárcel no castiga el delito, castiga la pobreza y la rebeldía.

En el caso de los centros de internamiento de extranjeras te conduce al encierro una simple falta administrativa, un sistema establecido a nivel europeo que convierte a las personas en clasificadas como legales o ilegales según su pasaporte. Claro, cuando a ese pasaporte no le acompaña una determinada situación económica. Ningún rico es ilegal en ninguna parte.

Y si las causas siguen siendo las mismas ¿Por qué no se han cambiado los remedios si éstos no han funcionado?.

El diseño del sistema de macrocárceles fue en su momento una solución pensada para hacer económicamente más viables los talegos y para que las cárceles salieran del imaginario colectivo enviándolas a mitad de ninguna parte, como es el caso de Zuera. Hasta el aislamiento se ha vuelto más perverso y se han instituido sistemas como el Fichero Internos de Especial Seguimiento (FIES). Sin embargo, los problemas de base no se enfocan. Nos venden estadísticas convenientemente cocinadas para generar sensación de inseguridad, incluso se persiguen fantasmas como los okupas que te van a quitar tu vivienda o las migraciones como el mal que nos va a arrebatar una cultura nacional que nadie sabe explicar muy bien cual es.

Por ello volvemos frente a los muros. Para pensar en derribarlos, pero también para cuestionar todo: la falsa idea del delito, la imposible reinserción de aquellas a quien se machaca en vida, la inhumanidad del encierro y las carencias cotidianas.

Un año más, ni cárceles, ni muros, ni reformatorios, ni Cies.

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Proyección del documental «Cárceles bolleras», con la directora Cecilia Montagut

Arrancamos hacia el 8M con muchas ganas.

El martes que viene compartiremos un documental sobre disidencias en el sistema penitenciario, y además tendremos a la directora con nosotres.

SINOPSIS

Andrea hizo un viaje con droga desde Argentina. La llevaron directamente del aeropuerto de Barcelona a la cárcel.

Katia estuvo dos años en la prisión de Martutene, en Euskadi.

Estos relatos, junto con los de otras ex presas e investigadoras de España, Brasil y Argentina, visibilizan la realidad de las mujeres entre rejas y cómo la desigualdad de género atraviesa su vida en prisión.

En estas circunstancias, el deseo lésbico se convierte en una forma de resistencia frente a la institución penitenciaria.

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