Manifiesto de la Red Feminista Anticarcelaria de América Latina

Ante la globalización del proyecto fascista de muerte del capitalismo patriarcal y racista, que se ha valido de los estados penales para criminalizar a la población pobre y racializada, destruir sus tejidos comunitarios y posibilitar del despojo de sus recursos y territorios, decidimos articular nuestras luchas y estrategias de resistencia con la creación en el 2020 de la Red Feminista Anticarcelaria de América Latina. Si bien nuestros principales espacios de resistencia y de construcción de comunidad son las cárceles femeniles del continente, nuestra lucha es contra los Estados penales patriarcales que funcionan al servicio del capital y que que históricamente han usado la fuerza de la ley para facilitar y justificar la explotación y control de la población empobrecida y racializada.

Si bien esta política de muerte ya estaba siendo confrontada localmente por nuestras organizaciones, fue en el marco de la crisis sanitaria y humanitaria causada por el virus SARS COV 2, que decidimos articular nuestras luchas. La pandemia reveló cómo las condiciones de vulnerabilidad y violencias preexistentes generaron afectaciones diferenciadas y desproporcionadas para ciertos grupos, afectando de manera profunda a las mujeres privadas de libertad. El COVID19 puso en evidencia la crisis carcelaria que se vive en América Latina desde hace varias décadas, que nuestras organizaciones vienen denunciando. Las condiciones de hacinamiento, la falta de servicios de salud, el carácter punitivo de los sistemas carcelarios, los largos procesos de prisión preventiva, la falta de medidas alternativas al encarcelamiento, explotaron ante la crisis sanitaria. Este contexto nos dio la posibilidad no solo de visibilizar las violencias carcelarias, sino de documentar y mostrar cómo las cárceles son parte de un aparato de muerte más amplio que destruye los tejidos comunitarios y facilita el despojo y el avance del capital. Si bien cada una de nuestras organizaciones desarrolla su trabajo en distintos territorios, bajo el control de diferentes Estados penales, las violencias que enfrentamos tienen muchas similitudes y se articulan en un proyecto civilizatorio de muerte marcado por el militarismo, del que las cárceles son un eslabón más.

Nuestros modos de resistir no se limitan a la denuncia del castigo: también tejemos formas de vida que desafían su lógica. En espacios donde el encierro pretende imponer el silencio y la fractura, hemos sembrado talleres, bordados, relatos, acciones performáticas, escuelas populares y diversos tipos de publicaciones. Estas prácticas no son decorativas ni secundarias: son metodologías de cuidado y herramientas de transformación. Desde la piel hacia afuera y desde adentro hacia lo colectivo, hacemos del arte, la educación popular y la escritura métodos políticos que restituyen humanidad, activan memoria y proyectan otros futuros posibles.

Al mismo tiempo, cuestionamos las ficciones que sostienen el sistema penal, como la reinserción social que responsabiliza individualmente a las personas que fueron dañadas por estructuras de exclusión. Frente a eso, construimos vínculos que no buscan corregir sino reparar y acompañar. Lo hacemos desde una ética radical del cuidado, donde la política se enraíza en el afecto, en el cuerpo, en la escucha atenta y el sostén mutuo. Esta Red, al articular territorios y saberes diversos, se vuelve un espacio común para imaginar lo que aún no existe, pero que todas deseamos: una justicia sin jaulas, sin castigos, sin olvido.

En los diálogos establecidos en estos cinco años, nos hemos preguntado colectivamente por las similitudes y diferencias, por las características de cada suplicio que compone el encierro, por las implicancias del castigo, por las armas del verdugo que trascienden el territorio cárcel, por las heridas y las cicatrices que nos dejan las violencias estructurales en nuestras vidas, aquellas que persisten en este continente desde hace más de quinientos años: violencias de género, clase y raza que se conectan y combinan de formas diferentes.

Pero allí no terminan nuestros interrogantes. También nos preguntamos cómo hacer una bitácora de tácticas y estrategias, de contra efectuaciones, un registro de acciones afectivas, de acompañamientos mutuos, de segundeos cuerpo a cuerpo, palmo a palmo, espalda con espalda, palabra a palabra a la hora de llamarnos compañeres. Hemos compartido también nuestras estrategias de defensa de la vida, dentro y fuera de las prisiones, así como nuestras formas de hacer política desde las resistencias cotidianas. ¿Cómo generar huellas que atestigüen las experiencias del camino recorrido? ¿Cómo hacer del arte, la educación popular y la escritura herramientas vivas sobre nuestro piso común? ¿Cómo hacerlo más allá de la latitud y longitud en la que estamos, a distintos grados de espacialidad, pero conscientes del carácter transnacional de los problemas enfrentados?

Todas estas preguntas surgen de nuestro deseo común de reformular las condiciones actuales de vida, colectivamente, sin borrar las diferencias inscritas en nuestros cuerpos y lenguas. Apostamos a la reparación comunitaria de lo que con saña la justicia punitiva y patriarcal destruyó. Caminamos siempre valorizando e intentando aprender de las experiencias de todes aquelles que nos antecedieron en este largo camino de luchas. Principalmente, hemos aprendido y queremos dar continuidad a teorizaciones y prácticas feministas y abolicionistas que hablan sobre la necesidad del cuidado colectivo de la vida.

Esta es una Red de organizaciones feministas y transfeministas que habitamos el Abya Yala desde la diversidad y el desafío de articular nuestras múltiples perspectivas. Aquí confluimos colectivas, organizaciones y proyectos de Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, México y Venezuela, que venimos tejiendo a puntadas de hilo y aguja preguntas que mantienen en movimiento nuestras trayectorias y recorridos, con prácticas que surgen desde la incomodidad con la Justicia Patriarcal punitiva y la red de violencias con que se articula: la apropiación y explotación de cuerpos, territorios y saberes para generar privilegios y acumulación de riqueza.

El recrudecimiento de discursos de extrema derecha impacta significativamente en nuestras prácticas feministas y anticarcelarias, intensificando la violencia estatal, la criminalización y el control territorial paramilitar. Esta ola fascista no es solo retórica: se traduce en políticas punitivas, represión de la protesta social y un cerco cada vez más estrecho sobre los cuerpos, las comunidades y los territorios. Ante este panorama, nuestras respuestas se afirman en el cuidado mutuo, las alianzas entre organizaciones y la resistencia colectiva.

En estos tiempos en que el genocidio se justifica en nombre de la seguridad, y el militarismo en nombre de la paz, resulta cada vez más urgente dar la batalla para develar los disfraces de las violencias patriarcales y racistas que están acabando con las vidas de nuestras hermanas palestinas y su pueblo, tanto como atenazan a los pueblos a Abya Yala y el mundo. Esta Red permanece atenta a desorbitar la norma y desplazar la hegemonía de esos imaginarios, los que desde sus orígenes alojaron el consenso de la esclavitud y la explotación (de mujeres y disidencias, de negres e indígenas, de empobrecides y desposeídes, de neurodivergentes y discapacitades). Nuestro objetivos es tejer nuestras militancias sostenidas por años en nuestros territorios, construir juntas nuevos imaginarios políticos que nos permitan proponer una justicia feminista más allá de las cárceles y los punitivismos de los Estados patriarcales.

https://feministasanticarcelarias.org/

Presentación de «Feminismo anticarcelario. El cuerpo como resistencia», con Alicia Alonso (autora) y Ángeles Cabria. El 28 de mayo, en La Vorágine

La obra que se presenta es una importante invitación a la lectura y reflexión acerca de la negatividad de la institución penitenciaria que, en el presente caso, se enfoca particularmente en el examen de las afectaciones sobre la condición femenina que semejante institución provoca, desde una mirada histórica, transversal y también actual.

Esta obra tiene que ser leída en muchos ámbitos distintos: sociales, políticos, académicos, periodísticos, divulgativos. Es una obra que inscribe en esa grieta que sabe separar muy bien lo que es una supuesta “cárcel legal” (propia de un universo prescriptivo o del “deber ser”) de la “cárcel real”: la que cotidianamente alberga la pobreza, las enfermedades, las exclusiones del proyecto de explotación y dominio que se nos presenta como expresión del progreso contemporáneo. Quienes quieran adentrarse en ese mundo olvidado y no ser siendo indiferentes, tienen aquí un material imprescindible para una lectura que convoca a la reflexión, pero también a la acción.

El feminismo y la justicia restaurativa

Ilustración de Elena Pimukova (iStock)

El feminismo como movimiento político y propuesta de transformación está atravesado de debates, conflictos y nudos problemáticos. Uno de estos encarnecidos debates en las últimas décadas se centra en los límites del Derecho Penal para abordar las violencias específicas que sufren las mujeres por el hecho de serlo. ¿El aumento de penas de prisión y el mayor número de encarcelamientos está resultado efectivo para frenar la violencia contra las mujeres? ¿Cuáles son los riesgos del aumento del castigo penal para la propia causa feminista?

Qué es el punitivismo

La creencia de que el castigo por sí solo puede remediar graves problemas sociales tiene un hondo calado en las actuales sociedades. La violencia y la represión son fundadoras del orden social y de la seguridad ciudadana, que descansa en un brazo represor. Es la concepción del “el hombre es un lobo para el hombre” y el Poder se encarga de ponerle límites. A esta creencia cuasi mística de que la mano dura construye sociedades seguras autores como Jorge Ollero la han llamado “penalismo mágico” , y señalan la falta de evidencias científicas que existe entre el aumento del castigo penal y la disminución de los delitos.

El punitivismo es una tradicional arma electoral en los debates políticos. El populismo punitivo consiste en centrar el debate de manera sensacionalista sobre concretos problemas de seguridad ciudadana y hacer promesas electorales de resolución de estos a través del aumento de penas. Piénsese en el terrorismo, en la ocupación de viviendas o en las violencias sexuales.

El concepto de seguridad ciudadana que utiliza el populismo punitivo es muy estrecho y está ligado a la seguridad pública, la que se ve en las calles, olvidando que la seguridad tiene una dimensión material que tiene que ver con el acceso a la renta, a la vivienda o a la sanidad, entre otras cuestiones. Inseguridad ciudadana también es no llegar a fin de mes.

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¿Navidad Anticarcelaria?

Hablamos del momento actual de la propuesta de lucha colectiva que ha dado lugar, a su vez, a la huelga de hambre colectiva por la salud y la vida de la gente presa, en su 12ª semana. Empezamos a hacer un balance, no muy positivo por desgracia, de lo experimentado hasta ahora. En ese contexto, nos hacemos eco de las acciones «anticarcelarias» navideñas, gestos conmemorativos, que tan fácilmente se convierten en un especie de ritual, pagando su tributo de apariencias al antipunitivismo, para poder olvidarse, en muchos caos, de las cárceles el resto de año, y en las que se puede apreciar una grave pérdida de autonomía de los grupos libertarios y su cada vez más dudosa existencia.

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Autodefensa antipunitiva frente a los estados español y argentino

Emitimos la segunda parte de una entrevista a Adriana Revol sobre resistencia antipunitiva en Argentina. Entrevistamos a una compañera del Grup de Suport a Presxs de Lleida sobre cómo ha afectado a lxs prsxs y a lxs grupos de la calle la farsa del coronavirus y el estado de excepción correspondiente y sobre las perspectivas que se abren hacia nuevos proyectos anticarcelarios, especialmente la huelga de hambre rotativa que empieza el 1 de septiembre.

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