Una vez un niño soñó con fugarse, fugarse de la mirada perniciosa, de la mano que acorrala, del gruñido que acosa, de noches tormentosas. Una vez un chico soñó con correr paraje adentro, encontrarse en otros rostros y otras risas y entrelazarse las manos para juntos seguir corriendo. Una vez un hombre soñó con huir, huir de la cárcel, de la prisión, del encierro, del aislamiento. Aquello quedó en un sueño. Nunca lo logró. Murió de encierro.