Los efectos del corporativismo penitenciario, en el punto de mira

Los compas de «Fuera del orden» han traducido del catalá el siguiente texto, escrito por Ester Fayos y publicado en la página de la Directa.

La agresión contra un interno de la prisión de Villena (Alto Vinalopó) por parte de tres funcionarios reabre el debate sobre el corporativismo por parte del funcionariado penitenciario y las dificultades a las que se enfrenta la población reclusa y sus familias para denunciar posibles vulneraciones de derechos. Los obstáculos van desde el miedo hasta las amenazas y la intensificación de las torturas para proteger los intereses, los privilegios y los discursos del funcionariado de prisiones.

El pasado 16 de agosto, la prensa se hizo eco de la presunta agresión de un preso con problemas de salud mental a tres funcionarios de la prisión de Villena (Alto Vinalopó) que, según denunció el sindicato «tu abandono me puede matar», acabaron en el hospital con «diversas lesiones en los ojos, la frente, los pómulos y el antebrazo». Las imágenes grabadas por las cámaras, reveladas unas semanas más tarde, mostraron una secuencia de los hechos completamente diferente: los funcionarios esperaban que el interno saliera de su celda para reducirlo, en menos de un minuto, con una cincuentena de porrazos y puñetazos ininterrumpidos, que continuaron cuando el preso se encontraba ya inmovilizado por los tres agresores, quien incluso le pisaron las piernas y el pecho. Después de dos minutos y medio, llegaron cuatro carceleros más, los golpes cesaron y el interno fue trasladado por el pasillo.

Nada más producirse la agresión y difundirse la versión de los agresores, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias inició una investigación y presentó una denuncia en el juzgado de guardia de Villena. Días más tarde, la subdirectora de la prisión, como responsable de las imágenes que graban los circuitos de seguridad, envió al juzgado el vídeo que desmontaba el relato oficial y, por tanto, obligaba a reconducir el expediente abierto a favor del interno. Entonces, comenzaron a perpetrarse una serie de amenazas contra la subdirectora para evitar su comparecencia. «Te quitaremos la vida por perra» o «Sabemos que tienes las imágenes, bórralas o atente a las consecuencias» fueron algunos de los mensajes que recibió por WhatsApp. Veinticuatro horas antes de declarar, las amenazas se intensificaron. La funcionaria fue atacada en la puerta de su domicilio por cinco o seis encapuchados. «Mañana, calladita», le advirtieron mientras tres de los agresores la sujetaban y otro le propinaba dos golpes fuertes en la cara. Lejos de asustarse, denunció la agresión y, al día siguiente, declaró contra los tres funcionarios de Villena, que han sido expedientados.

Pese a la existencia de pruebas audiovisuales y la gran repercusión mediática del caso, en un comunicado publicado en su perfil de Facebook, el sindicato «tu abandono me puede matar», considera que «el único objetivo» de la supuesta criminalización de los funcionarios es «evitar la movilización de las plantillas para pedir la justa equiparación salarial». Incluso, en las últimas semanas, a través del despacho de abogadas Sánchez Navarro -que también representa al sindicato Jupol de la Policía Nacional española-, han presentado una denuncia ante el juzgado penal y la Agencia Española de Protección de Datos ( AEPD) contra los medios de comunicación que emitieron el vídeo por un presunto delito de revelación de secretos y filtración de imágenes.

Se trata de un caso paradigmático que ha permitido reabrir el debate sobre el modus operandi del funcionariado carcelario a la hora de defender a capa y espada sus intereses, así como la tendencia a negar siempre presuntos episodios de tortura y maltrato en las cárceles. Imágenes tan violentas en el ámbito penitenciario no habían trascendido a la opinión pública hasta el momento. Sin embargo, para los grupos de apoyo a las presas y las organizaciones dedicadas a la defensa de sus derechos, no son un caso aislado. «Existe un régimen de castigo que destruye física y mentalmente a quien lo sufre, y lo que también es muy preocupante son los obstáculos y dificultades para denunciarlo», remachan desde el grupo de apoyo a personas presas Tokata. La Coordinadora estatal para la Prevención y la Denuncia de la Tortura, en catorce años, ha registrado un total de 9.085 víctimas de agresiones, torturas y malos tratos en España. Sin embargo, advierten que sus informes anuales sólo recogen las denuncias que «han llegado a nuestro conocimiento y hemos podido contrastar». Y es que en esta ocasión existían unas imágenes que corroboraban el testimonio del interno, pero, tal y como explica Alejandro Forero, doctor en Derecho Constitucional y Ciencia Política y miembro del Observatori del Sistema Penal i els Drets Humans (OSPDH) de la Universidad de Barcelona, ​​la mayoría de episodios «ni se pueden denunciar ni se conocen».

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Presos en lucha denuncian torturas en el departamento de Régimen Especial de la cárcel de Soto del Real

Nos han llegado noticias de que en el departamento de Régimen Especial de la cárcel de Soto del Real (Madrid V), dos compañeros allí aislados –uno de ellos Alfonso Martí Aracil, que hace poco mandaba ánimos para la comunidad anticarcelaria de dentro y fuera–, han sufrido sobre sus personas lo que en jerga carcelera se llama «uso de medios coercitivos», expresión eufemística de la legislación penitenciaria española y una buena muestra de la retorcida técnica que se aplica en ella para legalizar, finalmente, la tortura y asegurar la impunidad de los carceleros en su práctica. Esos departamentos de máxima crueldad se encuentran «regulados», entre otros, en los artículos 91.3 y 93 del vigente reglamento penitenciario, pero en ellos se «vive» mucho peor aún de lo legalmente establecido para castigar a los presos arbitrariamente clasificados de «extremadamente peligrosos». Diga lo que diga esa pieza maestra del lavado de cara de la violencia institucional, ahí se sale diariamente menos de tres horas al patio, en soledad total o, como mucho, con otro compañero; no hay ninguna actividad terapeútica, educativa, deportiva, ocupacional o como se les quiera llamar; el control de los carceleros sobre uno es axahustivo, con vigilancia estrecha que no deja ni un instante de intimidad, órdenes y prohibiciones constantes, castigos a la menor desobediencia, insultos, amenazas y malos tratos psicológicos de los carceleros, violencia desatada en cuanto la insubordinación sobrepasa un estrechísimo umbral… Podemos imaginarnos en qué estado de miseria existencial, nerviosismo, miedo y rabia mantiene semejante régimen a quienes lo padecen.

Según el relato de uno de ellos, los dos compañeros, después de una discusión con los guardias de la que desconocemos el motivo, decidieron, como acto reivindicativo, prender fuego en el patio a los colchones, almohadas y ropa de cama de sus celdas. Enseguida se lanzaron sobre ellos una banda de boqueras equipados con material antidisturbios. Les «redujeron» a porrazos y les esposaron a la espalda, sin darles ni el más mínimo margen de resistencia. Una vez esposados, continuaron pegándoles, ensañándose hasta el punto en que una funcionaria llegó a llamarles la atención para que pararan. Después, les condujeron, esposados y a porrazos, a unas celdas especiales, donde fueron atados en unas camas de «sujeción mecánica», manteniéndoles así durante más de cuatro horas. Después de aplicar este «protocolo» con todos sus complementos burocráticos, los agresores, siguiendo la habitual política del sindicalismo carcelero de presentar a los verdugos como víctimas criminalizando a quienes sufren realmente su violencia, han denunciado a los compañeros por «atentado», presentando, suponemos, los habituales partes de lesiones de muñecas torcidas, dedos rotos, luxaciones, etc. producidas al manejar frenéticamen las porras sobre el cuerpo de las personas presas o al precipitarse en tropel contra ellas. Las grabaciones de vídeo que contradigan la versión de los guardias deaparecerán, como siempre; en los partes de las lesiones de los presos, elaborados a regañadientes por algún médico carcelero, las huellas de los malos tratos sufridos habrán quedado minimizadas; los testimonios de los carceleros contarán como uno solo la misma historia de «heroísmo» y «abnegación» por parte de los «profesionales» ante la «terrible agresividad» de los compañeros, a quienes acusan de «incitación al motín», aunque se encontraran completamente solos ellos dos en el departamento de castigo

Para llamar a la cárcel:  918447700; 918447757

Para escribir al compañero:


Alfonso Martí Aracil
Centro Penitenciario Madrid V
M-609, Km 3.5
28791 Soto del Real (Madrid)

 

Fuente: Tokata

La justicia, un esperpento que se supera día a día

Con David Rojas Fernández en el Campo de Prisionerxs Murcia II realizando el quinto turno de la huelga de hambre rotativa por la salud y la vida de la gente presa, publicamos este certero escrito de una compañera de la asociación Familias Frente a la Crueldad Carcelaria.

LA JUSTICIA, UN ESPERPENTO QUE SE SUPERA DÍA A DÍA

Si en condiciones normales, sin coronavirus de por medio, las personas que estamos en la calle vemos, día a día, recortados, vulnerados arbitrariamente nuestros derechos, con escasas o nulas posibilidades de obtener Justicia de instituciones mafiosas que merecen todo nuestro desprecio, en tiempos de “crisis sanitaria”, bajo la declaración del Estado de alarma se siguen aplicado medidas propias del Estado de excepción, con todo lo que representa de pérdida de derechos y libertades. En el submundo de las cárceles donde la arbitrariedad, la impunidad, la indefensión son los “valores” del sistema, la llegada del Coronavirus ha supuesto para lxs presxs una vuelta de tuerca más. Denegación de permisos o penalización a lxs “afortunados” que los obtenían con 15 días de aislamiento. Supresión de las visitas durante tres meses. Por contra, los carceleros, siguieron manteniendo prácticamente la misma rutina que antes del confinamiento respecto a las entradas y salidas de los centros penitenciarios. Al parecer, se consideró que desempeñaban una “actividad esencial“ y se convirtieron, como quedó demostrado, en el principal foco de infección. Abandono de los internos por parte del personal sanitario y educadores. Cierre de los talleres. Suspensión de los cursos de formación…

De vuelta a la “normalidad” nos encontramos en la cárcel Alicante II en Villena con un Protocolo de Seguridad para las visitas: llevar puesta la mascarilla cubriendo la nariz y la boca, (en esta medida y en lo concerniente al mantenimiento de la distancia de seguridad en los diferentes controles, la mayoría de los carceleros permiten cierto relajo); rellenar con tus datos y firmar un escrito en el que, si no recuerdo mal, das tu palabra de no estar infectada por la COVID 19, de no padecer ningún síntoma de la enfermedad, si dudas porque no tiene ninguna garantía de que así sea, el/la funcionario/a de turno te indica amablemente que la única forma de realizar la visita es entregar el escrito cumplimentado, no importa que no tenga ninguna credibilidad, lo importante es que la burocracia siga su curso. Después pasar, además, los controles habituales, puedes disfrutar de un encuentro por cristales de 45 minutos.

Otra medida preventiva, en esta ocasión para evitar los contagios entre las visitas, ha sido quitar los asientos en recepción y en la sala donde nos concentran a medida que huellamos y superamos el escáner, sustituyéndolos por unas marcas blancas en el suelo que dividen y organizan el espacio indicando las posiciones que debemos ocupar para guardar la distancia de seguridad. Durante el tiempo de espera (recomiendan estar una hora antes de la que se tiene establecida para la visita) tenemos tres opciones: primera, sentarnos en el suelo; segunda, permanecer de pie, (llevar muletas, ser mayor, tener problemas de salud, estar cansadx etc. no es relevante); y tercera, entrar en la cafetería, consumir y disfrutar de una silla de plástico y de un aroma a grasa de cocina rancia. La desinfección de unas cuantas sillas de plástico parece ser que el presupuesto carcelario no se lo puede permitir.

En el caso que nos ocupa el contacto con la persona infectada fue de unas 20 personas por módulo, según indica El Periódico de Villena se produjo el día uno de septiembre, el miércoles 16, cuando acordaron el confinamiento preventivo, ya habían transcurrido 15 días desde que se produjera el contacto, 15 días en los que los presos contactados se movieron libremente por el módulo sin que se haya detectado hasta el momento ningún caso de contagio. Qué sentido tiene mantener el confinamiento 15 días más, por qué privarles de las visitas de sus seres queridos, de los permisos… por qué seguir con la represión barata.

Cuando se declaró el confinamiento, el director de la cárcel de Villena se dirigió a los internos y les aseguró que no iban a perderse los vis a vis, que cuando pasase la crisis se recuperarían. Se abrieron las cárceles, se reiniciaron las visitas pero al solicitar que los vis a vis perdidos se pudiesen acumular dos en un mismo día la respuesta fue “no está permitido”. Pedimos el acercamiento de los presxs a su entorno y medidas que no graven más la precaria economía de familiares y amigos. Estamos a favor de la abolición de las cárceles, pero mientras esto llega consideramos que hoy más que nunca es necesario que Instituciones Penitenciarias ponga en marcha medidas no punitivas para afrontar la crisis sanitaria que vivimos; la excarcelación de las personas de riesgo: enfermos graves, ancianos, presos preventivos, para que puedan recibir tratamiento médico y los cuidados de las personas de las personas de su entorno.

Fuente: Tokata

Realidad y ficción en la lucha anticarcelaria

Exponemos nuestras críticas a la actividad de denuncia de la situación en las cárceles durante el estado de excepción y nuestro rechazo a su politización interesada, mientras se ningunea a lxs propixs presxs en lucha y se sustituye su grito desesperado por discursos falaces que, lejos de beneficiarles en nada, contribuyen más bien a lavarle la cara al régimen de dominación y explotación que garantiza su degradación y destrucción institucionalizadas y la impunidad de sus torturadores. Recordamos la muerte hace un año de Pedro Escudero gallardo, en una celda de Teixeiro, porque los carceleros se negaron a sacarle cuando había prendido fuego al colchón. Hablamos de compañeros presos que están poniendo en peligro su vida al hacer lo mismo y de la huelga de hambre colectiva que empezó el 1 de mayo y acaba de terminar; damos algunas noticias de sus participantes.

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En la cárcel de La Moraleja (Palencia) se sigue torturando

Hace ya más de dos años que salió a la luz pública el siguiente titular: “Exigen el cese inmediato del director de la cárcel por vejaciones a internos”. Nace el caso de la celda 61, pendiente todavía de resolución. De momento, el director de La Moraleja sigue ocupando su asiento sin ningún pudor mientras espera que se archive la acusación que pesa sobre él; la de torturador. A raíz de esta noticia, apareció por aquellas fechas un panfleto que recogía el clima de tensión que se vivía en esta prisión y que desembocó en la denuncia que presentaron l@s funcionarios contra su “alcaide”. Reproducimos a continuación su contenido porque nos parece incomprensible que hechos de tal gravedad sigan impunes, incomprensible que la gente de “bien” mire tan impunemente para otro lado, incomprensible la aceptación generalizada de tanto horror.

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Tortura impune en el reino de españa

Hablamos de la querella popular de 1979 contra las torturas en la cárcel de Herrera de la Mancha y de su triste resultado por el que, al mismo tiempo que se aprobaba en las Cortes la actual LOGP que deslegitimaba el movimiento de lxs presxs en lucha y legalizada la violencia institucional contra él, se inauguraba el régimen penitenciario de la Transacción, aún vigente, con el elemento de la tortura impune, prácticamente legalizada, que caracteriza ese régimen aún actualmente. Vemos la clara analogía de esa situación con la presente, con las torturas recientemente descubiertas en la cárcel de Albocàsser como referencia central junto a la figura de Marlaska como defensor real de la tortura y la opresión que se presenta como garante de derechos. Hablamos también de la huelga de hambre rotativa por la excarcelación de las personas presas gravemente enfermas y otras trece reivindicaciones de las que la primera es el fin de las torturas en las cárceles.

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