Realidad y ficción en la lucha anticarcelaria

Exponemos nuestras críticas a la actividad de denuncia de la situación en las cárceles durante el estado de excepción y nuestro rechazo a su politización interesada, mientras se ningunea a lxs propixs presxs en lucha y se sustituye su grito desesperado por discursos falaces que, lejos de beneficiarles en nada, contribuyen más bien a lavarle la cara al régimen de dominación y explotación que garantiza su degradación y destrucción institucionalizadas y la impunidad de sus torturadores. Recordamos la muerte hace un año de Pedro Escudero gallardo, en una celda de Teixeiro, porque los carceleros se negaron a sacarle cuando había prendido fuego al colchón. Hablamos de compañeros presos que están poniendo en peligro su vida al hacer lo mismo y de la huelga de hambre colectiva que empezó el 1 de mayo y acaba de terminar; damos algunas noticias de sus participantes.

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Palabras de Pedro para dentro y fuera

Hace unos pocos días, recibimos correspondencia de Pedro Doblado Pozo, preso en la cárcel de Murcia II, en Campos del Rio. El compañero adjunta distintas instancias donde hace constar que el día 30 de mayo inicia una huelga de hambre, no sabemos si se refiere a un ayuno o es una huelga de varios días. El motivo es la reivindicación de los 12 puntos (parece que aun no le han llegado los 2 puntos que se añadieron recientemente) y también para solicitar la libertad de lxs presxs enfermxs.

Además, Pedro nos hace llegar unas línes donde nos habla de Pedro Escudero Gallardo y la relación que mantuvo con él. Nos pide difusión de su carta.

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Pedro Escudero Gallardo ha muerto abrasado en una celda de la cárcel de Teixeiro

Estaba enfermo de cáncer, pero, en lugar de excarcelarle “por razones humanitarias y de dignidad personal”, como dice el reglamento penitenciario, le tenían en la peor “modalidad de vida” posible en cárceles españolas, aislado en un departamento de “régimen especial”, tratado como un preso “extremadamente peligroso”, cuando lo que corría peligro era su vida; maltratado y presionado hasta el agobio, cuando necesitaba cuidados y un tratamiento médico que también se le negaba. Ahora dicen que ha muerto consumido por un incendio provocado por él mismo en la celda donde estaba encerrado. A los carceleros responsables no les da vergüenza manifestar que no le sacaron de la celda incendiada por miedo a que les pudiera agredir, así que le dejaron que se abrasara vivo. Eso dicen, pero hay indicios de que pudiera haber sido aún peor. Un compañero que estaba en comunicación personal con él nos describe, en el mismo comunicado en el que nos da la terrible noticia de su muerte, una serie de detalles sospechosos. ¿Cómo le ha matado la cárcel? ¿Le han asesinado los carceleros? ¿Le prendió fuego a la celda por desesperación y le dejaron morir por cobardía los “funcioanrios” responsables de su seguridad? Su muerte es, en todo caso, el resultado de su sometimiento sistemático a un tratamiento cruel, inhumano y degradante.

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