Cuando se habla de los familiares de detenides se omite el dato más relevante: son las familiares. Son las mujeres las que reorganizan su vida para extender las tareas de cuidados intramuros y para la familia que quedó afuera. En la protesta a fines de esta semana en la cárcel de Devoto la policía de la ciudad detuvo en las inmediaciones del penal a tres mujeres preocupadas por la represión adentro. Entrevistamos a Andrea Casamento, presidenta de ACIFAD, la Asociación Civil de Familiares de Detenidos (Argentina).
Solo el 4% de la población penitenciaria es femenina, pero todo el universo que rodea a ese 4% y al otro 96% está formado por mujeres. Cuando hablamos de tareas de cuidados no reconocidas y mucho menos, remuneradas, a niñes, enfermes y ancianes, tenemos que sumar el cuidado de la población detenida. Es una tarea feminizada por completo.
–Somos todas mujeres –dice Andrea Casamento–. Imaginate que si hay 90 mil detenidos en todo el país, por cada uno hay una madre, una compañera, una hija, una tía que se van organizando para llevarle comida, remedios, ropa, contención. Somos las que también hacemos trámites en los juzgados, hablamos con defensorxs, cuidamos a lxs hijxs de ese detenido. Siempre detrás hay una mujer haciéndose cargo. Cuando la detenida es una mujer, sus hijxs quedan siempre al cuidado de otra mujer. El esquema reproduce que el varón es proveedor y la mujer cuidadora. Por eso cuando hay un hijo de detenido, en general deja los estudios para ponerse a trabajar y traer ingresos a la casa, pero no se le destinan tareas de cuidado.
Las familiares de detenidxs somos parte del feminismo popular desde siempre, estamos en los comedores alimentando, en las ollas populares, en los barrios. Lo que pasa es que muchas veces lo ocultamos por temor. Cuando se habla con tanta liviandad de las respuestas punitivas en general se desconoce hasta qué punto impacta en la vida familiar, en la vida de hijos e hijas, de las mujeres de esa casa.
Una encuesta realizada por ACIFAD muestra hasta qué punto las cárceles están detonadas. En el Sistema Penitenciario Bonaerense la comida y los elementos de limpieza no llegan a les detenides. La encuesta muestra que casi la mitad no come la comida del penal, porque llega en estado de descomposición y es poca. Por eso cuando la primera medida ante la pandemia por el Covid 19 fue cortar las visitas, la reacción inmediata fue resistirla, porque sin visita no hay comida, ni hay un blíster de paracetamol. Sin embargo, la segunda reacción fue otra:
–Desde Acifad dijimos, cuando empezó a circular que nos iban a dar un permiso especial para ir a los penales, que nosotras como familiares también tenemos que cumplir el aislamiento social obligatorio, preservar nuestra salud y restringir el ingreso del virus a la cárcel. Es el Estado el que tiene que tomar medidas de aislamiento, garantizar los alimentos, los medicamentos, no las familias. Muchas de estas familias sacan de su AUH para llevar alimentos adentro. Y el tema es que los sistemas penitenciarios ya tienen un presupuesto aprobado que alcanza para todo eso, pero que en algún punto de la cadena se pierde.
–Por eso el teléfono no reemplaza la visita, no es una cuestión de comunicación.
Claro, ahora con el teléfono podemos hablar, perfecto. Pero necesitamos que los alimentos y los remedios lleguen y sean entregados. Esta emergencia puso en evidencia cuánto depende el sistema bonaerense, sobre todo, de las familiares. También sabemos que hay una diferencia de cantidad de personal entre el sistema federal y el de la provincia de Buenos Aires, que está en estado de hacinamiento. Si en el Federal hay un penitenciario por detenido, en el Bonaerense el personal es muy reducido, por eso hablamos de autogobierno y de otros niveles de violencia. Pero justamente por eso, porque hay poco personal, desde Acifad venimos proponiendo que en este contexto sea el Ejército, la Gendarmería, otra institución distinta del SPB la que se encargue de entregar todos los días la cantidad de raciones alimentarias necesarias. Un poco para aliviar la carga del personal y otro poco para que no se pierda. También sabemos que en los penales hay pocos profesionales de la salud y necesitamos que haya puestos sanitarios en las cárceles. No hay termómetros para tomar la fiebre. Entonces o repartís termómetros entre detenidxs o ponés un puesto de la Cruz Roja para que esté haciendo ese control a detenidxs y penitenciarios.
–¿Qué otra cosa mostró la emergencia sanitaria?
–Una de las cosas que pasó es que los juzgados empezaron a trabajar de manera remota, entonces todos los teléfonos que tenés para hacer reclamos no están más y muchas familiares llegábamos a los juzgados y las puertas estaban cerradas. Todo eso empezó a hacer y sumar presión.
Yo me pregunto por qué si para toda la población las directivas en esta emergencia sanitaria las toma el Ministerio de Salud, para la población que está detenida la toma el poder judicial y cada juez de ejecución. Los presos tienen derecho a la salud y el estado tiene que garantizarlo. Si hay detenidxs que están a dos meses de salir, tienen que salir ya y cumplir el aislamiento en su casa. Si ya gozan de salidas transitorias, libertad condicional o asistida, lo mismo. Si hay mujeres embarazadas, con niñxs a cargo, tienen que estar en sus casas. Y aplicar para todxs el mismo criterio de población en riesgo que se viene considerando desde el gobierno para la gente en libertad. De esta forma vamos a poder descomprimir un sistema sobrepoblado y cumplir con el aislamiento necesario.
–¿Cómo fue la intervención que hicieron en Devoto?
–Lo que pasó en Devoto fue que un guardicárcel dio positivo en coronavirus y había estado el día anterior haciendo el conteo de los detenidos. Entonces les dio miedo haber sido contagiados. También pasa que la palabra de los detenidos no es escuchada ni creída y algo parecido nos pasa a lxs familiares. Entonces el detenido usa su cuerpo para protestar: se corta, se cose la boca, hace huelga de hambre, sale a los techos para ser visto. Y por más que pedimos a las familiares que no fueran, si sabés que tu hijo está en peligro, vas igual.
Fijate hasta qué punto está feminizado el cuidado que los presos pidieron que fuéramos la abogada Claudia Cesaroni y yo para negociar que la protesta terminara sin consecuencias para ellos y se armara una mesa de negociación. Esto está bueno porque lo que pasa en Devoto repercute en las otras cárceles. Nosotras en esa mesa de trabajo interdisciplinario vamos a revisar seis mil casos de detenidxs que están en riesgo o en condiciones de salir para que se tomen medidas, esto incluye mujeres detenidas y población travesti y trans, en riesgo sanitario. Son los grupos que están alcanzados por las acordadas judiciales de las Cámaras de Casación Federal y Nacional. Todo esto es urgente y no puede demorar más.
Fuente: Ananke