Desde la prisión de Mas de Enric, Tarragona, rompiendo el aislamiento y la opacidad de las instituciones carcelarias, nos llega una carta de una persona presa relatando un maltrato hacia un preso de 69 años diagnosticado de un ictus y con alzheimer avanzado además de otras enfermedades. La carta relata como un grupo de funcionarios llevaron a esta persona arrastrándola hasta el módulo DERT (Departamento Especial de Régimen Cerrado) como medida de castigo, que una vez dentro y entre varios carceleros lo empezaron a golpear, dejandolo con grandes hematomas en las piernas, el ojo izquierdo, con moratones en la cara y en el abdomen, con los dos dedos del pie izquierdo fuertemente pisados.
Queremos hacer públicos y denunciar estos hechos, no tan excepcionales ni esporádicos como quieren hacer parecer. Antes que nada cuestionar la existencia, un vez más, de los módulos DERT, que acumulan un largo historial de denuncias y peticiones por parte de diferentes organismos de prevención de la tortura y de defensa de los derechos, segundo, nos cuesta entender como una persona de 69 años, con alzheimer, con un ictus, y con la supuesta situación de crisis sanitaria tan anunciada por el gobierno, como puede estar cumplimiento condena dentro de las instituciones penitenciarias, habiéndose pronunciado el gobierno diciendo que iba a tomar medidas para reducir la población carcelaria de alto riesgo, y por último un cuestionamiento más profundo sobre el hecho de vivir en una sociedad profundamente arraigada en la creencia que existen personas que se las pueden suprimir sus derechos, que no cuentan con todos los derechos, que se las puede y se las tiene que maltratar y vejar e incluso llegar eliminar su existencia.
Las situaciones que suceden dentro de las cárceles no son más que un reflejo de la conciencia social, aquella que permite que se mantengan a personas presas durante décadas esperando una reeducación y una reparación, como forma de pago por un supuesto agravio a la sociedad, y encima la situación muchas veces las sufren personas con enfermedades graves o crónicas; no entendemos la necesidad de la imposición de la privación de libertad en ningún contexto pero menos aún en estos casos.