Muerte en la prisión de Huelva

Ayer día 7 de julio de 2025 recibimos la trágica noticia de que, una vez más, se nos ha ido alguien especial, perdiendo la vida entre las rejas oxidadas de una prisión, con los arrogantes muros por testigo.

Supimos de la trágica noticia a través de la llamada directa de un familiar a una de las componentes de la Coordinadora de Familias y Pres@s y fuimos informadas de que el suceso, la muerte de nuestro compañero Ramón, ocurrió el domingo 6 de julio de 2025 en el Departamento de Aislamiento del Centro Penitenciario de Huelva.
Ramón era una persona íntegra y valiente que no dudaba en poner voz y explicar el maltrato que recibía por parte del sistema penitenciario en las diversas cárceles donde estuvo, que no fueron pocas. Cumplía una pena de prisión y sorprendentemente, le quedaba muy poco para su licenciamiento definitivo.

Natural de Huelva y con tan solo 35 años, mantenía contacto con diversos colectivos y entidades, como «Katearen Loturak», la «Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía» o nuestra misma «Coordinadora de Familias y Presxs» así como esa gente que de modo individual, están sensibilizados con la lucha por los derechos de las personas en general y los derechos de las personas privadas de Libertad en particular, y todas y cada una de nosotras estábamos de acuerdo en algo: “Ramón estaba en el límite”, muy cansado de sufrir penurias y malos tratos. Lo tratamos de ayudar a través de las distintas posibilidades existentes, como darle soporte a través de carteo, comunicaciones o bien poner su situación en conocimiento del Defensor del Pueblo a través de escrito o bien realizar llamadas telefónicas en masa al centro penitenciario, preguntando por su estado de salud (a sabiendas de que no nos iban a informar y con el fin de que el centro penitenciario fuera consciente de que había gente atenta a lo que ocurría).

Tras la última situación complicada por la que pasó, en la que tuvo una crisis que se saldó con 155 grapas en brazos y piernas en un intento autolítico ocurrido en la prisión de Córdoba. De este hecho tuvo conocimiento el Defensor del Pueblo y obviamente, todos los denominados profesionales, los cuales es innegable, no actuaron debidamente, visto el resultado.
Tras este incidente fue trasladado al Centro Penitenciario de Huelva y según fuentes «Los Protocolos de Prevención de Suicidios» (conocidos por su demostrada ineficacia) estaban activados.
A pesar de que su problemática de patología dual era por todas conocida, fue trasladado al Departamento de Aislamiento en Primer grado, lugar y régimen poco o nada recomendable para una persona que ha pasado por lo que pasó recientemente y por lo que sabemos, “vivía solo en la celda donde falleció”, con lo que de ello se desprende…

Desconocemos los detalles de éste más que cantado y lamentable suceso, sin descartar ninguna posibilidad, pero sea como quiera que haya sido, estamos seguros de que quien lo ha matado ha sido la prisión, un sistema salvaje y cruel que, como -lobo con piel de cordero-, afirma teenr la intención de querer rehabilitar y reinsertar a sus inquilinos cuando en realidad los desestructura, los desocializa, los despersonaliza, los castiga duramente y acalla en seco dignidad e ilusión, echando gruesas mochilas cargadas de pesadas piedras con esquirlas de metal sobre las espaldas de familiares y de aquellos que sin ser familia directa, sentimos cada uno de estos episodios como nuestros, porque hay que decirlo, no es una, son muchas, y estamos ya muy cansadas de ello.
La maquinaria penitenciaria es como una cuchilla de afeitar ante unos pies descalzos.

Ramón nunca calló y siempre alzó la voz ante las injusticias, entró en prisión a cumplir una condena, no a morir y hoy, puesto que sin voz te dejaron, compañero, queremos alzar la nuestra para denunciar en voz alta a los responsables de tu ausencia, a aquéllos que hicieron, o bien a aquellos que nada hicieron cuando deberían haberlo hecho. Dependerá.
E.P.D.

¡Abajo los muros de las prisiones!
«Coordinadora de familiares y Pres@s»