«Por un mundo también sin jaulas para mis amigos los animales». Carta desde la prisión de Estremera

Transcribimos la primera carta recibida por les compas de La Corda de un compañero que se encuentra preso en Estremera, Madrid. Comparte con nosotrxs algunas reflexiones sobre su propio encarcelamiento y también inquietudes y posicionamientos sobre el encierro hacia los animales no humanos. Nos pareció una bonita carta y una bonita historia con la que esta termina «El niño que amaba a los animales».

Junio 2024. Cárcel de Estremera (Madrid)

Te agradezco mucho el que me hayas escrito. Para mi supone una inyección de apoyo, ya que me siento un poco solo. Mas ahora, que al cambiarme de modulo he perdido el contacto con X y con otros amigos.

Me comentaron que os llegaron mis dibujos, y que formaron parte de vuestra exposición. Estos eran solo una parte de un texto con diez dibujos de animales, al que he titulado “animalmente”. Es una critica al encierro de los gigantes enjaulados, desde una perspectiva animalista. Comienza así: “El hombre, el homo-sapiens, es el único animal de la Naturaleza que construye prisiones y las sostiene con orgullo. El único que hace trampas y captura prisioneros por martirizar, por odio, desprecio, venganza, soberbia, por placer o puro negocio…”. También tengo otros textos sin publicar, como “cárcel-negocio”, “la cultura del miedo” o “la sociedad del castigo”, y dibujos anticarcelarios.

Igualmente sigo luchando de boli para denunciar los abusos y carencias de esta prisión de Estremera. Donde mas caña estoy dando es con el tema médico-sanitario, ya que nos están privando de nuestro derecho a la salud, además de evidencias de abusos penitenciarios y algunas gamberradas de sus tirano-carceleros. Y en este sentido, me siento más solo todavía. El colectivo de presos apenas reivindica. La mayoría desconoce sus propios derechos, mostrando poco interés y dedicando poco esfuerzo por cambiar la situación. Hace tiempo que se está produciendo una triste y peligrosa involución penitenciaria. Como yo digo “los presos de ahora no son como los de antes, y los de antes muchos han cambiado”, o eso pienso yo. El preso de ahora es más hostil con el propio preso y más compañero con el carcelero.

Me siento muy identificado con lo que dices, de que a veces te sientes como en otra dimensión. Yo siempre me he sentido así. Nunca entendí al sistema ni a mucha de sus gentes, ni al querer aparentar, ni dar más importancia al tener que al ser, ni a la cultura del miedo, ni a la sociedad del castigo. Nunca entendí las guerras, ni el cuarto oscuro, ni el maltrato animal.

Por un mundo también sin jaulas para mis amigos los animales. Te mando un texto. Un fuerte abrazo.

Cherra.

El niño que amaba a los animales

Tuve una adorable infancia salvo en una excepción, yo afortunadamente era diferente. Asi mis padres me querían con locura y se desvivían conmigo, tanto, que a veces les costaba pillarme.

Mi padre con frecuencia me llevaba a las corridas de toros. Yo me quedaba blanco, descolocado, no sabía donde esconderme. No supe expresarme. Asi, mi padre le dijo a mi madre: “Al niño no le gustan los toros”.

Mi padre, me llevaba al circo a ver a los elefantes, para demás niños eran magestuosos. Para mí, además encadenados. Tampoco supe expresarme. Mi padre le dijo a mi madre: “Al niño no le gusta ni el circo ni los elefantes”.

Mi padre, los fines de semana, me llevaba al zoo, los niños reían, yo lloraba. Me escondía y fingía estar malo. Así, mi padre le dijo a mi madre: “Al niño no le gusta el zoo ni los animales”.

Cuando tenía unos seis años al fin me expresé. Solté a todos los animales de la casa rural del pueblo; a las gallinas, a los patos, a los cerditos y al precioso caballo. Mi madre le dijo a mi padre: “Te equivocas, el niño adora a los animales”.

Fuente: La Corda

Corazones agitados

Había cogido la costumbre de ir visitarla un par de veces por semana. No iba con la misma intención que las demás visitas e intentaba no coincidir con la masa compuesta de guiris, turistas y familias que creen más instructivo el espectáculo de un cuerpo que el trabajar la empatía.

La miraba a los ojos, esos enormes ojos pardos, con sus largas pestañas y en esa mirada imaginaba comprensión, imaginaba complicidad. Él era lo que quería transmitir..quería decirla que había una parte de él que también sentía el encierro, el estar en un lugar que no es para él o para los suyos, que la mano que le daba de comer era la misma que cerraba la verja. Se avergonzaba de no poder abrir esa cerradura, de no saber a donde llevarla.

Lidiaba con la impotencia, lidiaba con el no saber “¿soy igual que los que vienen a ver? ¿que te aporto? No te aporto nada..me sigues aportando tu. Soy otro más que te utilizo, como todos los demás”. Pese a estos pensamientos, seguí yendo a verla, a mirarla a los ojos, esos ojazos pardos.

El parque donde vivía era una suerte de terraplenes con varios ambientes, zonas arboladas, columpios, alguna estatua de influencia marítima y cerca del mar, el espectáculo viviente..ahora solo quedaban dos especies de las varias que llegó a haber. Bellísimos animales que se convertían en una autentica aberración, osos polares a 30 grados, leones convertidos en rehenes que solo podían dormir ante la desidia del día día pasivo en el que se había convertido su vida.

Siempre estuvo en contra de la existencia de este lugar, pero al ir a ver con sus propios ojos aquella cárcel y toparse con las pestañas de esos enormes globos oculares decidió que iba a seguir yendo. Quería acompañarla ,aunque sabía que la respuesta debería de ser otra, que acompañarla en el dolor era lo más humano que podía hacer, pero es que ser humano con un animal no humano es lo peor que le pude pasar. ¿Qué hacer? Él quería abrir esa verja, quería verla nadar en la inmensidad del mar, quería no volver a ver esos ojos pardos gigantes ¿Cómo? ¿Cómo se hace? Se le agitaba el corazón al pensar en pasamontañas y cizallas, se le calentaba el pecho al imaginarla nadando sin horizonte…pero solo la podía mirar..

La semana pasada no fue a visitarla, paseando por las calles de la ciudad leyó un titular en el periódico, había muerto una foca del zoológico urbano.

Ella nunca podrá nadar libre…. no es la única.
Él tiene claro que va hacer algo……no es único.