Corazones agitados

Había cogido la costumbre de ir visitarla un par de veces por semana. No iba con la misma intención que las demás visitas e intentaba no coincidir con la masa compuesta de guiris, turistas y familias que creen más instructivo el espectáculo de un cuerpo que el trabajar la empatía.

La miraba a los ojos, esos enormes ojos pardos, con sus largas pestañas y en esa mirada imaginaba comprensión, imaginaba complicidad. Él era lo que quería transmitir..quería decirla que había una parte de él que también sentía el encierro, el estar en un lugar que no es para él o para los suyos, que la mano que le daba de comer era la misma que cerraba la verja. Se avergonzaba de no poder abrir esa cerradura, de no saber a donde llevarla.

Lidiaba con la impotencia, lidiaba con el no saber “¿soy igual que los que vienen a ver? ¿que te aporto? No te aporto nada..me sigues aportando tu. Soy otro más que te utilizo, como todos los demás”. Pese a estos pensamientos, seguí yendo a verla, a mirarla a los ojos, esos ojazos pardos.

El parque donde vivía era una suerte de terraplenes con varios ambientes, zonas arboladas, columpios, alguna estatua de influencia marítima y cerca del mar, el espectáculo viviente..ahora solo quedaban dos especies de las varias que llegó a haber. Bellísimos animales que se convertían en una autentica aberración, osos polares a 30 grados, leones convertidos en rehenes que solo podían dormir ante la desidia del día día pasivo en el que se había convertido su vida.

Siempre estuvo en contra de la existencia de este lugar, pero al ir a ver con sus propios ojos aquella cárcel y toparse con las pestañas de esos enormes globos oculares decidió que iba a seguir yendo. Quería acompañarla ,aunque sabía que la respuesta debería de ser otra, que acompañarla en el dolor era lo más humano que podía hacer, pero es que ser humano con un animal no humano es lo peor que le pude pasar. ¿Qué hacer? Él quería abrir esa verja, quería verla nadar en la inmensidad del mar, quería no volver a ver esos ojos pardos gigantes ¿Cómo? ¿Cómo se hace? Se le agitaba el corazón al pensar en pasamontañas y cizallas, se le calentaba el pecho al imaginarla nadando sin horizonte…pero solo la podía mirar..

La semana pasada no fue a visitarla, paseando por las calles de la ciudad leyó un titular en el periódico, había muerto una foca del zoológico urbano.

Ella nunca podrá nadar libre…. no es la única.
Él tiene claro que va hacer algo……no es único.