ANTOINE NIETO, PRESO ANARQUISTA: LIBERTAD
Antoine está preso en la cárcel de Murcia. Lleva 40 años y aunque parezca inverosímil, esa es la cifra. Toda la vida entre rejas. El 3 de enero de 2020 cumple su condena en España, pero por medio de una orden de detención europea pretenden trasladarlo a Francia bajo supervisión de la Audiencia Nacional. Hace unos cuantos años se le juzgó en Francia y al no poder presentarse porque no se le concedió permiso penitenciario, se le condenó allí en rebeldía. Con todos los medios informáticos y de todo tipo que tienen en la actualidad los represores, ¿cómo podían ignorar que estaba preso en España? El caso es que los buitres carroñeros están esperando que termine aquí para acabar de exterminarlo en una prisión francesa. Así es que toca arrimar el hombro, no podemos dejar que el Estado asesino y torturador se salga con la suya.
Todos sabemos que sus leyes sirven para reprimir al humilde, al paria, para proteger al poderoso, pero se saltan sus propias leyes cuando les interesa. Desde que Antoine está en prisión en España no existe la cadena perpetua, aunque de forma encubierta a él se la están aplicando. Nosotros, sus compañerxs libertarios, queremos que salga a la calle ya, de una vez por todas, y que los años de vida que le resten sean para ir donde quiera: pasear entre bosques, mojarse en el mar, poder cenar con sus amigos en libertad. Son sensaciones y momentos que cuando los tienes no los sabes valorar, pero cuando te han robado tu libertad y durante toda la vida sólo has visto cemento, barrotes y carceleros psicópatas, ese es tu mayor anhelo. ¿Es mucho pedir que nuestro compañero, tras más de 40 años recluido, pueda sentirse libre?
Queremos recordar que Antoine nunca cometió un delito de sangre. Sin embargo, vemos que el Sistema deja en libertad a asesinos de niños, depredadores sexuales, pederastas o militares trastornados, de ahí que la razón de este escarnio y abuso continuo sólo la podemos encontrar en su rebeldía innata, pues ni estando preso se ha doblegado ante sus carceleros torturadores. Eso no lo pueden consentir, pues el Sistema está diseñado para castrar a las personas y quitarles lo más preciado del ser humano: sus ansias de libertad.
A lo largo de los años hemos visto como los asesinos torturadores del Estado –que cuando matan nunca es un crimen, sino un error policial– son indultados, pues ellos siempre cuidan de los suyos. A veces, cuando gritamos “Estado fascista” o “asesino”, en realidad esa palabra no es nada. El Sistema está formado por seres –en este caso no los podemos denominar humanos– que forman un entramado en el que cada cual juega su papel. Comenzamos por el policía lobotomizado, que responde a la voz de su amo, siempre golpea al débil y se arrodilla ante el poderoso. Seguimos por los funcionarios de prisiones, que son sádicos y psicópatas disfrazados con uniforme. Aprovechan la total impunidad que les da el Sistema y la cobertura de los otros tarados como ellos para golpear al preso, torturarlo psicológicamente y, sobre todo, humillarlo en todas sus variantes: mentales, afectivas y físicas. El preso, cuando cae en sus manos, sufre dos condenas simultáneas: la que le ha puesto el juez y la que sufre por parte de estos carceleros.
Conviene recordar que al acabar la guerra los miles de alféreces que se enrolaron con los fascistas fueron colocados en las cárceles de toda España y que su labor no era reeducar, como marcaban las normas, sino exterminar a quienes tuvieron la desgracia de sufrir la derrota. Desde entonces se ha transmitido entre generaciones esa forma de actuar: humillar al preso y aniquilarlo, aunque de forma más sibilina que antes. Además, sus fascistas y corporativos sindicatos siempre se quejan: «es que nos agreden», «no cobramos las horas extras», “queremos más plantilla”… ¿Pero no hemos quedado en que sois psicópatas asesinos y ya disfrutáis masacrando al preso?, ¿para qué queréis mejoras si el exterminio del recluso ya os proporciona un inmenso placer? Luego vamos con el llamado poder judicial, unas ratas de biblioteca. Estuvieron diez años de oposiciones, nunca dieron un palo al agua ni saben lo que es el sudor ni el padecer ajeno y se meten a dictar sentencias donde, curiosamente, siempre se masacra al débil, no al poderoso, ante el que se achantan. Para terminar, está la casta política, ésa que aprueba presupuestos para hacer decenas de prisiones, que se ha subido al carro de los de arriba para machacar también a los de abajo. Son quienes se llenan los bolsillos robando a manos llenas y se aseguran de que cuando raramente se consigue enchironar a algún compinche esté en condiciones confortables dentro de la prisión. Tenemos el caso de Lledoners, Soto del Real o Ávila, con el Urdangarín. A ésos que, son de la casta, los mismos funcionarios torturadores se les ponen de rodillas y puede que hasta les recojan el jabón.
Los poderosos reciben las visitas que quieran, la comida del restaurante, tienen un módulo aislado de los demás y unas condiciones que en nada se parecen a las que sufren y padecen nuestros compañeros. También tenemos el ejemplo de los pikoletos asesinos del caso Almería, que recibieron una gran indemnización de los fondos reservados del Estado y luego cumplieron gran parte de la condena en su propia casa.
Antoine no debe pasar un solo día más entre rejas. Nosotros también hemos de cuidar de los nuestros. La campaña de solidaridad debe llegar a todos los rincones de España, también de Francia, y salpicar al resto de Europa. Siempre decimos que nuestra mejor arma es la solidaridad, pues vamos a ello. Que se multipliquen las pancartas, carteles, pintadas y que el grito de “¡Antoine Libertad!” resuene por todas partes. Hemos de lograr que su caso suponga un engorro tan grande para los gobiernos de España y Francia que al final opten por dejarlo libre. Porque no es que haya cumplido ya la pena que se le impuso, es que la ha cumplido multiplicada por diez.
ANTOINE NIETO GALINDO, PRESO ANARQUISTA SECUESTRADO POR EL ESTADO TORTURADOR: ¡LIBERTAD!
Fuente: Tokata