La gran vulnerabilidad de las personas en prisión ante una eventual infección por covid19 viene condicionada en primer termino por los problemas de salud previos de la población reclusa, como son :
-Indices y prevalencia de enfermedades transmisibles muy superior a las de la población general. Así por ejemplo la hepstitis C (VHC) está presente en eun 17% de la población reclusa. El VIH aunque en descenso ronda un 5%, enfermedades como la tuberculosis casi erradicadas hace años resurge por efecto oportunista en personas de inmunidad baja como son las y los presos. Los trastornos de la salud mental y el sufrimiento psíquico están sobrrepresentados en las prisiones hasta alcanzar al menos a un 4o% de las personas presas, un 8% de ellos graves. No en vano son consecuencia de que en los años 80 se abrieron las puertas de las instituciones manicomiales pero la exclusión social sufrida posteriormente trajo como consecuencia que se cerraran las puertas de las carceles detrás de estas personas, en no pocos casos inimputables. La llamada patología dual adicción a sustancias+consumo de psicotrópicos como tratamiento, muchas veces sólo sintomático de los principales síndromes psiquiatricos (depresiónes, psocopatías, esquizofrenias) son comunes en el ámbito carcelario.
-Tambien hay un porcentaje creciente, en torno al 3.6 de personas con edades superiores a los 6o años, mientras baja la población reclusa total.
En segundo lugar es preciso constatar que las prisiones no están concebidas ni estructural ni organicamente y menos acondicionadas para situaciones de crisis como ésta. Superficies de uso común como las de los comedores, duchas, patios, actividades regimentales como las formaciones para recuentos, talleres, aumentan las opciones de contagio.
-Finalmente, la dotación sanitaria ya era manifiestamente deficitaria e insuficiente antes de esta crisis, como lo demuestra el hecho de que la mayoría de las 14 reivindicaciones de los presos en lucha tenian que ver con la salud. Pero la aparición del riesgo manifiesto ante el covid19 ha dejado al aire las costuras de esta intolerable y maltrecha situación de inasistencia y abandono sanitarios, hasta el punto de que ya es criticada por los propios servicios que debían prestarla y que está muy por debajo de la que recibe la población general.
No es menos importante en este momento el alejamiento de los afectos que, por las medidas de restricción, sufren las personas presas, sin comunicación con sus seres queridos más allá de las limitadas llamadas telefónicas. A los médicos, y a la vista de la tragica experiencias italiana, nos preocupa que un posible escenario de situaciones de pánico se haga habitual…como si vivieras en la ladera de un volcán en erupción y sin poder moverte, sin salida …Nos preocupa que el agobio, el aislamiento y la deseperación aumenten y propicien un aumento de los sindromes de abstinencia y en el otro extremo las sobredosis, los intentos de suicidio y su materialización simplemente por no soportar el estrés y la sensación de sentirse como prisioneros de guerra. Ir hacia el abismo acercándose a él no es la solución y por tanto debe reducirse la población carcelaria mediante excarcelaciones como las que exigimos las 40 organizaciones ante los organismos europeos, tanto de la ya reclamada de forma clamorosa de las personas con enfermedades graves y/o incurables, como mínimo y las de preventivos con pequeñas condenas y grave riesgo de consecuencias irreversibles, la de aquellas situaciones de cuadros sintomáticos compatibles para que pasen la cuarentena entre los suyos etc. Una reducción drástica de la población reclusa en la medida de que las instituciones no pueden garantizar minimamente el derecho a la salud que le reconocen las leyes del Estado.
Fuente: Solidarios de la sanidad