Mujeres de las tres Américas que han estado en prisión reflexionan sobre el por qué las prisiones deberían abolirse y nos dan otra perspectiva sobre la política criminal.
Represión contra las presas de Wad-Ras
El domingo 15 de marzo, en el Centro Penitenciario de Mujeres de Barcelona, se conoció el primer caso de Coronavirus de una mujer que le quedaba poco para cumplir condena, a la cual le le dieron la libertad el martes por la mañana, sin hacer las pruebas a las compañeras que compartian celda con ella. No solo eso, si no que los funcionarios que habían estado en contacto con ella no llevaban ninguna medida de protección para evitar el contagio a las demás presas.
Lunes 16 de Marzo comienzan una huelga de hambre en protesta a la situación en la que se ven expuestas. Y a su vez, el sistema penitenciario después de prohibir los vis a vis el viernes 13, decide comunicar este día que se cancelan las comunicaciones normales, la entrada de paqueteria, y los ingresos de peculio por ventanilla, dando solo la opción a través de un número de cuenta que ni siquiera informan a los familiares de los presxs en todas las cárceles del estado. Mientras que los funcionarios , los únicos que tienen contacto con el exterior y por tanto son los que pueden contagiar, siguen sin ninguna medida de seguridad, con la pesima excusa del ministerio, de que no usan ni mascarillas ni guantes para no asustar a los presxs.
Las tensiones van en augmento…
Historias desde las cárceles de mujeres del estado Egipcio
Encarcelamiento de una mujer pobre en un país árabe. Estas pocas palabras bastan para reflejar una vulnerabilidad sostenida sobre un fino hilo, al borde del abismo de la depresión, y una se pregunta: ¿Cómo no se sumergen en ella? ¿Cómo no se esconden ahí hasta desaparecer? ¿Y cómo, muchas veces, no se transforman en monstruos?
Se han contado una y otra vez las mismas historias sobre las cárceles árabes sin que se consiga ningún cambio. En ellas hay igualdad entre hombres y mujeres, aunque únicamente en el sufrimiento y en la falta de derechos. Sin embargo, para las mujeres presas, el impacto del dolor se multiplica enormemente a causa de su rol peculiar y de sus necesidades particulares.
Miles de mujeres están encarceladas en Egipto. Las cárceles más conocidas se llaman Damanhour, en la gobernación de Beheira, y Al Qanater, en El Cairo*. En ellas están encerradas centenares de historias sobre dificultades, carencias y vacíos jurídicos, ausencia de justicia que sufren por igual las llamadas delincuentes y las presas políticas como Mahinour al Masri, que ha pasado por diferentes cárceles, Jamila Serreddine o Salma al-Khechen que fueron encarceladas por defender causas públicas y ofrecen ahora sus testimonios en este articulo.