En la cárcel de La Moraleja (Palencia) se sigue torturando

Hace ya más de dos años que salió a la luz pública el siguiente titular: “Exigen el cese inmediato del director de la cárcel por vejaciones a internos”. Nace el caso de la celda 61, pendiente todavía de resolución. De momento, el director de La Moraleja sigue ocupando su asiento sin ningún pudor mientras espera que se archive la acusación que pesa sobre él; la de torturador. A raíz de esta noticia, apareció por aquellas fechas un panfleto que recogía el clima de tensión que se vivía en esta prisión y que desembocó en la denuncia que presentaron l@s funcionarios contra su “alcaide”. Reproducimos a continuación su contenido porque nos parece incomprensible que hechos de tal gravedad sigan impunes, incomprensible que la gente de “bien” mire tan impunemente para otro lado, incomprensible la aceptación generalizada de tanto horror.

 6-6-2017

«Cada día se van conociendo más detalles sobre los conflictos que sacuden a la prisión palentina de La Moraleja. Lo que sabíamos hasta la fecha era que el martes 30 de mayo, un preso de aislamiento había arrojado un cubo de agua con lejía en la cara del médico. Al día siguiente otro preso, también en aislamiento, se lio a patadas con el médico y con los carceleros que le habían auxiliado. Unas horas más tarde un tercer preso del mismo departamento quemó el colchón de su celda y tuvieron que evacuar la galería. Estos incidentes se saldaron con el médico lesionado en un párpado y dos presos atendidos en el hospital, uno con crisis de ansiedad y el otro por inhalación de humo. Ese mismo día, 31 de mayo, el sindicato mayoritario en la prisión denunciaba estos hechos y pedía el cese del director de la cárcel, Francisco Javier Díez Colado, al tiempo que anunciaba una rueda de prensa para el viernes donde explicaría los motivos para exigir ese cese. Solo cuando la tensión se ha hecho insoportable y empiezan a temer por su integridad física, los carceleros han decidido sacar a la luz la mierda escondida bajo la alfombra. Y así, acusan al “alcaide” de actuar con “ una total y absoluta falta de respeto a los derechos humanos y la aplicación de un rigor totalmente innecesario”. Afirman que “estas acciones intolerables provocan una presión física y psíquica en los reclusos que repercute en la conflictividad en la prisión”, que “ha perdido el norte y no está a la altura” Estas gravísimas acusaciones se explican por lo que sucede en la celda 61, un habitáculo que “no tiene huecos, ni grifo ,ni ducha, las ventanas están selladas para que no entre luz y en su interior hay dos cámaras de video que monitorizan día y noche al interno” El inodoro conduce a un recipiente externo para recoger cualquier sustancia que defeque el preso. E n esta celda del horror ingresan a aquellos presos sospechosos de portar drogas después de los vis a vis. Legalmente solo pueden permanecer en esta situación 72 horas pero se han dado casos en los que han estado hasta una semana, “por orden directa del director” y solo han salido de allí cuando han intentado suicidarse. La celda 61 se construyó en el 2015. Estuvo un tiempo cerrada pero en marzo de este año volvió a abrirse y hasta ahora han pasado por ella cinco presos, de los cuales solo uno expulsó droga. Están molestos los carceleros porque ellos, trabajadores ejemplares “que se dedican a la reinserción de las personas” tienen que “acatar órdenes al margen de la legalidad”. Si no estuviéramos familiarizad@s con lo que sucede en las cárceles, en todas las cárceles del Estado, tan enternecedor argumento casi casi nos convencería. ¡ No nos hagan reír señores carceleros! En todas las cárceles se tortura. La mera existencia del aislamiento ya es una tortura. Y vosotr@s sois el eslabón más bajo y vil de la cadena represiva. En cuanto al sádico que tenéis por jefe, solo esperamos que le llegue su San Martín”

Fuente: El Carro