La mañana del pasado miércoles 15 de abril, un preso de la cárcel de Lledoners, Barcelona, que llevaba casi 15 días aislado en la enfermería del centro a la espera del resultado de la prueba de Covid-19, fue llevado al DERT (aislamiento), por varios funcionarios desde donde, según la versión de los guardias, lo tuvieron que trasladar rápidamente a la UHPP, Unidad Hospitalaria Psiquiátrica Penitenciaria, en Brians I, Barcelona, porque “estaba muy nervioso y decía cosas sin sentido”.
Sabemos por fuentes próximas a él y por parte del equipo de UHPP que el resultado de la prueba fue negativo pero, al parecer, según el protocolo de prevención, se debía mantener al interno 48 horas más aislado porque presentaba síntomas. Esto, sumado al ingreso en la UHPP, significó la incomunicación total del preso hasta que ayer, viernes 17 de abril, después de más de 6 días sin que su familia pudiera recibir una llamada suya.
Desde la UHPP, se justificó esta situación por el protocolo de prevención y con el tema de que, por su salud mental, debía hacérsele una valoración previa de si sería positivo para él llamar a su familia. Ayer, cuando su familia pudo hablar con él, finalmente, este les dijo que no se acordaba de nada ni sabía qué hacía allí; y que estando en el DERT de Lledoners le habían agredido.
Según la familia, el mismo miércoles en que todo esto sucedió, la mujer del interno había llamado al centro para preguntar por la situación de su marido, que llevaba 5 días sin llamarla. Desde el centro le dijeron que no podían hacer nada, que debía esperarse a que le llamara él. (Aún sabiendo que, por el protocolo de prevención y estando en enfermería, el acceso a las llamadas es más reducido). Al poco rato, le llamó una asistenta social informándole de que su marido se encontraba en el DERT, sin profundizar en lo que había sucedido, solo alegando que el interno se había puesto nervioso. Luego, la mujer llamó al centro para pedir más explicaciones y una psicóloga la tranquilizó diciéndole que pronto volvería a ser trasladado a enfermería. Al cabo de unas horas, un trabajador social le llamó diciéndole que le habían dejado a él su caso y que le informaba de que su marido había sido trasladado al hospital de Terrassa por un ataque de nervios. La mujer, preocupada, llamó al Hospital de Terrassa para preguntar por su marido y desde el hospital le dijeron que allí no estaba. Sobre las 19h de la tarde, le llamaron de Brians I y una psiquiatra le informó de que su marido había ingresado en la UHPP hacia las 12:30h de ese mismo mediodía. Le dijo que hasta dentro de 2 días no podría ponerse en contacto con él. Más tarde, la mujer habló con un funcionario de Brians I y este le informó de que, normalmente, quien ingresa allí, tiene derecho a hacer una llamada; así que tendría que esperar a que su marido le llamara.
Al día siguiente, una persona cercana a la familia se puso en contacto con la UHPP para pedir explicaciones sobre el caso y habló con un psiquiatra que reconocía al interno. Este le explicó que no se le permitía llamar a causa del protocolo de prevención y por falta de una valoración final que permitiera valorar que la llamada fuera positiva para la salud mental del preso. La compañera le preguntó si les parecía favorecedor para la salud mental tener a un preso en ese estado (bajo la alarma por coronavirus desde hacía 15 días en una enfermería solo y desde hacía prácticamente una semana sin contacto con sus seres queridos) sin dejarle hablar con su familia. Pero lo único que se pudo conseguir fue que el psiquiatra llamara a la mujer del interno la tarde del jueves para comunicarle que al día siguiente su marido podría llamarla.
A todo eso hay que sumarle que se desconoce lo que pasó desde que el preso estaba en enfermería a la espera de los resultados hasta que fue trasladado a la UHPP de Brians I. La única información que se ha dado es que el preso, que no disponía de diagnóstico psiquiátrico ni tenía problemas de drogoadicción, estuvo siguiendo un tratamiento médico durante esos días en enfermería que fue variando. Le cambiaron varios medicamentos, entre ellos los que sirven para dormir y contra la depresión. Estamos hablando, entonces, de medicamentos psiquiátricos que deben ser valorados y recetados por un psiquiatra antes de ser tomados. Así que, al parecer, el preso sufrió un tratamiento con fármacos irregular que podría haber desencadenado el supuesto ataque nervioso que repetían una y otra vez tanto los funcionarios como los demás profesionales de ambos centros. Además, el preso denunció ayer, tras hablar con su mujer, haber sufrido violencia por parte de los carceleros en el DERT en Lledoners.
Ahora, están a la espera de que pasen los días necesarios para que le vuelvan a dar el alta al preso y lo trasladen junto con sus compañeros de módulo otra vez, en Lledoners. Según fuentes de la UHPP, se tarda entre unos 2 y 5 días en hacer una valoración y dar el alta. Siguiendo esa lógica, el interno debería estar de vuelta a Lledoners antes del próximo lunes 20 de abril. La familia y sus compañeros están ansiosos por saber qué pasa con él y por volver a sentirlo a su lado.
Pedimos a las Asociaciones de Defensa de los Derechos Humanos y a aquellas personas u organizaciones solidarias con lxs presxs que se pongan en contacto para tejer estrategias conjuntas para que se solucionen lo más pronto posible tanto este como otros casos de injusticia y por que se mantenga informadas a las familias y a lxs propixs presxs.
Así como animamos a todo el mundo a hacer difusión de esta noticia y de tantas otras que recibimos desde las cárceles para hacer posible la transparencia entre lo que pasa dentro y fuera de los muros.
¡Compañerxs no estáis solxs! ¡ La solidaridad traspasa los muros!
Para escribirnos: suportpresxslleida@riseup.net